La ciudad y los días

Carlos Colón

Ciclo disparates

HACER mal lo bueno lo convierte en malo. Ha sucedido con la ansiada peatonalización de San Fernando, Puerta de Jerez, Avenida y Plaza Nueva. Se dio el paso, lo que además de exigir valor era algo incuestionablemente positivo; pero se hizo tan mal -talando los árboles de gran porte y sustituyéndolos por naranjos de pega, poniendo en lugar del adoquín el gris desierto de losetas, sin dar más alternativa de transporte que el carísimo metrocentro- que lo teóricamente bueno se convirtió en una mala realidad. Sólo en Sevilla una iniciativa que dice apostar por una ciudad humanizada y sostenible se resuelve en este desierto deforestado que, en la calle San Fernando, se convierte en un siniestro bosque de catenarias.

Lo mismo ha sucedido con el carril bici y la normativa que regula el uso de la bicicleta. Es surrealista crear acerados compartidos por peatones y ciclistas. Tanto como extender el carril bici, no por el lado de la calzada, sino por en medio de las aceras, dejando para los peatones dos finas franjas a cada lado que en algunos puntos hasta desaparecen, obligándoles a invadir el carril bici o la calzada. O tanto como condenar largos tramos de acerado -¡y en nombre del cuidado del medio ambiente!- a no recuperar los árboles que se talaron, o a que no se planten los que nunca tuvo, porque el carril bici ocupa el espacio de los alcorques. Y todo esto sucede, no en uno o dos puntos, sino en tramos extensos del carril bici. Por no hablar del aire de sans culottes con el que algunos ciclistas desafían a peatones que al parecer toman por aristócratas, cuando en realidad el peatón es el proletario de la movilidad ciudadana, encontrando un malsano placer en caracolear por las aceras y las más estrechas calles peatonales.

Acertó por ello el Defensor del Pueblo Andaluz al cuestionar el uso compartido de aceras y calles peatonales; al exigir que quede sin efecto "con carácter urgente" la Ordenanza municipal que lo permite, vulnerando el artículo 121.5 del Código de Circulación que lo prohíbe (lo exigió hace más de tres meses y el Ayuntamiento todavía no le ha contestado); y al denunciar que el mal diseño del carril bici lo ha convertido en una "acera bici", concluyendo que "con ello se han evitado costes económicos y conflictos con los usuarios públicos y privados de vehículos a motor, pero se ha debilitado el espacio y, lo que es peor, el hábitat natural del peatón en la ciudad". Sólo aquí el modelo de ciudad ecológica y sostenible se lleva a cabo talando árboles, convirtiendo en desiertos enlosetaos las zonas peatonales o sacrificando a los peatones.

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