Cinismo y desarrollo

Diógenes vivió desprendido de todo . Actualmente, da nombre a un síndrome basado en la acumulación de cosas inservibles

Siempre he sido un negado para el dibujo. Pinto igual que cuando tenía cinco años. No he pasado de la casita en el campo con una chimenea echando humo, un árbol de copa verde y unas nubecillas al fondo, todo muy primario, muy ingenuo. Me hubiera gustado saber dibujar y hacer viñetas en un diario en vez de escribir artículos. Admiro, y no digo envidio porque la envidia nunca es sana, por mucho que algunos lo digan, a los desaparecidos Gila, Forges o Mingote y a los actuales Miki y Duarte y El Roto.

Tengo una viñeta en mi cabeza que mi mano no sabe plasmar en un papel. Dos personas, podrían ser ministros o lo que denominan observadores políticos, dialogan entre sí con rostros maléficos. Uno le dice al otro: "Nuestra sociedad ha alcanzado tan altas cotas de cinismo que ya podemos considerarnos un país desarrollado". Y es que da la impresión de que el progreso está ligado a veces a la instalación del engaño, la falacia y la mentira.

El concepto actual de cinismo nunca lo he entendido del todo. Ha sido mi amigo Miguel, profesor de Filosofía, quien me ha aclarado que la escuela cínica defendía en la antigua Grecia la vida sencilla y desprendida, pero con el tiempo el concepto fue mutando hasta definir un comportamiento hipócrita y falso, cuya insinceridad se escuda detrás de la ironía y el sarcasmo. Es decir, que el cínico defiende su postura como si fuese cierta siendo consciente de que no lo es. Todo un cabrito que miente a sabiendas, por mucho que lo disfrace con la ironía o la sátira. De los primitivos cínicos que pretendían llevar una vida austera y desprendida de cosas materiales hemos pasado a los actuales que acumulan riquezas y predican lo que no hacen.

El reciente caso de la mansión podemita y la ridícula justificación de su incoherencia, las declaraciones de otro de sus líderes justificando el impago de la seguridad social a la persona que le atiende al tiempo que critica a los que hacen lo mismo, la justificación de la prevaricación y las prebendas de forma indiscriminada, el apoyo a una cosa y la contraria según interese en cada momento y en cada lugar… Diógenes, uno de los más destacados cínicos, vivió desprendido de todo sin poseer más que un báculo y una piel para cubrirse. Actualmente, da nombre a un síndrome basado en el abandono personal, el aislamiento social y la acumulación de cosas inservibles. Todo un ejercicio de cinismo.

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