DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

RELOJ DE SOL

Joaquín Pérez Azaústre

Ciudadanos de Rusia

EL pueblo ruso empieza a levantarse. Cientos de miles de ciudadanos se manifestaron el sábado en Rusia y acaban de aprobar una resolución en la que exigen al Gobierno nuevas elecciones, después de que Hillary Clinton, jefa de la diplomacia estadounidense, en el Consejo ministerial de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, afirmara que las recientes elecciones no fueron "ni libres, ni equitativas". Los observadores de la OSCE informaron de varias "violaciones" de la legalidad, incluido el "relleno de urnas".

Ganó Rusia Unida, de Vladimir Putin, con mayoría absoluta en la cámara baja de la Duma, pero ahí no acababa la victoria: el martes, el dirigente opositor Boris Nemtsov era detenido en Moscú junto a 250 manifestantes, así como otros tantos cientos de opositores también fueron encerrados en furgones policiales. También el bloguero Alexei Navalni era retenido durante una manifestación que acusaba al Gobierno del fraude electoral y otro líder opositor, Ilia Yashin, era condenado a 15 días de cárcel solamente por manifestarse. Pero ahora, esta resolución firmada por miles de rusos, ha sido publicada en la web liderada por el ex campeón de ajedrez Gari Kasparov, exigiendo al Gobierno la libertad de los presos políticos y la anulación de un escrutinio que entienden falsificado, la dimisión del jefe de la comisión electoral, Vladimir Churov, la investigación de todo indicio de fraude, la penalización de los culpables y el cambio de la ley electoral. Para los 35.000 manifestantes del sábado, y para cualquier tipo decente, ya sería una gran conquista que Putin no siguiera metiendo en la cárcel a los candidatos de la oposición antes de las elecciones.

En realidad, se está luchando también por los comicios próximos de marzo, en los que se vuelve a presentar, para recuperar la Presidencia que nunca abandonó del todo, Vladimir Putin, un ex capitán del KGB con unas vestiduras aparentemente democráticas para el miedo interior de cualquier dictadura. Pienso en las matanzas de la población chechena a manos del ejército ruso. Pienso en la crisis de los rehenes del Teatro Dubrovka, en Moscú, cuando un comando terrorista islámico checheno lo secuestró, con 850 rehenes, exigiendo por su liberación la retirada rusa de Chechenia, recuerdo el breve asedio y el lanzamiento policial, a través de los sistemas de ventilación del teatro, de un agente químico desconocido que causó la muerte de 39 terroristas, pero también de 129 rehenes inocentes. Pienso en el asesinato, nunca aclarado, de la valiente periodista Anna Politkovskaya, mientras preparaba un artículo sobre las torturas sistemáticas en Chechenia, bien documentado con testimonios y pruebas gráficas. Es la Rusia de Putin: la represión soviética pero sin comunismo, con libertades falsas y el mayor abismo imaginable entre ricos y pobres. Pero esa misma Rusia también está en el mundo que ansía respirar una democracia verdadera.

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