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la esquina

José Aguilar

Coca en la campaña

MIENTRAS a Mariano Rajoy lo sonrojan con la redifusión de aquella proclama en la que decía que quería para España un gobierno como el de Jaume Matas en Baleares, por aquí abajo a José Antonio Griñán el sonrojo se lo renueva cada día lo que sale del juzgado que instruye el escándalo de los ERE. La corrupción va por barrios y sólo se libran, de momento, los partidos que no han pasado por el poder.

Como estaba previsto, la declaración judicial del antiguo chófer de Francisco Javier Guerrero, el director general de Trabajo de la Junta convertido en el epicentro del caso que le va a costar al PSOE no ya la derrota -cualquier partido puede ser derrotado en las urnas-, sino la debacle el domingo que viene, resultó demoledora. Porque que Guerrero fuera el epicentro no significa que sobre sus espaldas pueda hacerse recaer toda la responsabilidad. En los ERE hay un consejero imputado, otro que camina deprisa hacia la imputación, más otro director general, más varios consultores, directivos de aseguradoras e intermediarios, más varias decenas de intrusos que, sistemáticamente, pertenecen al entorno del PSOE o del Gobierno andaluz y sus círculos de familia, amistad, clientela e influencia. Que esta trama de malversación de dinero público haya funcionado durante nueve años, saltándose los procedimientos que rigen la Administración para garantizar la transparencia y la igualdad y haciendo caso omiso a las advertencias de la Intervención General, no tiene más remedio que afectar a la cúspide del poder político bajo cuya guardia se han desplegado sus actividades. Chaves y Griñán han sido los presidentes de la Junta durante esa temporada.

No sé qué fiabilidad debe concederse al presuntamente pluridelincuente ex chófer (once delitos le atribuye la juez Alaya). Su relato adquiere verosimilitud porque al detallar las andanzas de su jefe Guerrero también él se autoinculpa. Se trata del relato de la parte más cutre, casposa y friki del caso de los ERE, esa que nos habla de un bar de copas transformado en antedespacho de la Dirección General de Trabajo, del gasto de 25.000 euros mensuales en cocaína -"para los dos", que conste-, de la compra con fondos públicos de artículos de música, antigüedades y ropa por parte del conductor como regalos al conducido o de la inclusión como intrusa de lujo de la madre del primero, beneficiaria ilegítima de una póliza de 120.000 euros.

Se ha acordado también el ex chófer de las dos reuniones que mantuvo Guerrero con el ex consejero de Presidencia Gaspar Zarrías, el hombre que más poder efectivo tendrá en el PSOE andaluz si Griñán pierde las elecciones. De una salió -Guerrero- contento y de la otra contrariado. Sería estupendo conocer el contenido de ambas.

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