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¿Código? El Penal El centroEl ADN de IU

SI queda por ahí algún optimista irredento que aún crea que las televisiones van a autocontrolarse para no emitir basuras varias, que levante la mano. Esta semana la vicepresidenta del Gobierno se reúne con responsables de las compañías de TV para intentar que no conviertan en espectáculo el problema de los malos tratos a la mujer. Trata así de reaccionar al asesinato de la mujer rusa a manos de su ex novio, con el que la hicieron coincidir en directo en un plató, precisamente para eso, para dar espectáculo y hacer caja.

Resultado previsible: las televisiones entonarán el mea culpa, harán propósito de enmienda y, a lo sumo, suscribirán un código ético que les impediría reincidir en ese autoasignado papel de intermediación catódica para resolver los conflictos de pareja o de familia que constituye la base de los programas que llaman de telerrealidad (verdaderamente, programas de tele-realidad sórdida). Al poco tiempo, pasados el impacto social y la presión institucional, volverán a emitirlos sin el menor rubor.

Es lo que sugiere la experiencia. En 2004 firmaron otro código ético, éste implantando unas franjas horarias de protección a los menores, es decir, cuidando especialmente los contenidos de los programas en horario infantil. Cualquier lector interesado por el asunto puede comprobar en su casa -si deja por un momento de ver, como todo el mundo, los documentales de La 2- que cada día, en la sobremesa y por la tarde, se emiten algunos de los contenidos más tóxicos de la televisión en España. Son tóxicos para los adultos, así que imagínense para niños y adolescentes... Tomates, grandes hermanos, telenovelas y otras basuras reinan en las pantallas en esas franjas.

La autoridad, fuera de reuniones, golpes de pecho y escándalos de cara a la galería, poco hace por cambiar este estado de cosas. En 2006 el Ministerio de Industria abrió tres expedientes por programas perjudiciales para los menores. Fue un avance, porque en 2005 no había abierto ninguno. En serio, la vía más solvente para que las televisiones recapaciten es simple: que las sanciones sean de tal cuantía que no les salga rentable pagar las multas. Ahora se las pasan por el forro de la registradora. Y otra, que ya está inventada, a saber, que haya una autoridad audiovisual de verdad independiente, ajena a la política partidista y facultada para cargarse un programa reincidentemente instalado en el asalto a la intimidad, la violencia, el insulto, la difamación y el morbo. Unos cuantos podrían haber desaparecido ya de la actual parrilla.

Otra medida, ya para los particulares, sería que todo aquel que sea injuriado, calumniado o acosado en ciertos espacios de cotilleo se querelle contra sus agresores y llegue hasta el final. Hay que lograr que no tengamos que escuchar más a Antonio David, el ex marido de Rociíto, decir "Nosotros, los periodistas...". O eso o borrarnos los demás.

SE les nota mucho que ansían el voto centrista, el voto de centro. Tanto PSOE como PP miran hacia el centro para incrementar su electorado, sólo si consiguen ilusionar a los que no se sienten de izquierdas ni de derechas tendrán posibilidades de gobierno. Zapatero se mantiene en su mensaje progresista en lo social, extremadamente progresista; pero tiene a Solbes para defender un programa económico más moderado, y cuenta sobre todo con media docena de dirigentes que se mueven en aguas más conservadoras y que son piezas fundamentales para conseguir que voten PSOE los que no quieren ver al PP ni en pintura pero se sienten muy distanciados de lo que defiende Rodríguez Zapatero.

Este fin de semana han saltado a la palestra José Bono y José María Barreda. Los dos manchegos, que han demostrado sobradamente que saben conectar con el electorado y cosechar triunfos, no han dudado en defender sus posiciones con voz clara, sin importarles si su criterio coincidía milimétricamente con el que defendía el presidente Zapatero. Que no, que no coincidían. Pero han dado prioridad a sus convicciones, lo que les honra. Por otra parte esas posiciones le vienen bien a Zapatero, Bono y Barreda pueden conseguir votos que él no tendría nunca.

Algunas de las afirmaciones de estos dos dirigentes podrían ser defendidas por Mariano Rajoy: policía en lugar de negociación política con ETA, o mejor un gobierno con el PP que con determinados nacionalistas. Barreda no duda en calificar las disposiciones sobre De Juana Chaos como "un disparate".

Mariano Rajoy, por su parte, también busca a la gente de centro. Sus propuestas fiscales, que favorecen a los económicamente menos pudientes, van en esa línea, así como la aceptación de políticas sociales que hasta ahora eran patrimonio exclusivo de la izquierda; pero también ha hecho algunos anuncios que significan una cierta aproximación al PSOE, como por ejemplo cuando quiere una reforma constitucional que recoja que los grandes acuerdos se aprueben por dos tercios de las Cortes.

Si la lucha por el electorado de centro provoca la moderación de los dos partidos, eso salimos ganando. Si el PSOE se deja de pactos infumables con los independentistas, si defiende la idea de España como nación única e indiscutible, si cierra las puertas a la negociación política con ETA, si se apunta a la política exterior de los "mayores" y no de los populistas, saldremos ganando. Si el PP deja el mensaje catastrofista, si Rajoy consigue que los lenguaraces dejen de ver fantasmas en todas partes y si defiende con uñas y dientes la mano tendida que ofrece en las ultimas semanas, saldremos ganando. En esa batalla por el centro Rajoy parte con ventaja.

PACO Robles intentó una vez que Lolo Silva se pronunciara sobre la dictadura cubana. Pese a lo mucho y bien que le apretó, el concejal se le escurrió; lo que desde luego era una forma de pronunciarse. Como el tiempo, además de ese gran escultor que decía Marguerite Yourcenar, es un gran entrevistador que siempre termina por llegar a la verdad, el señor Silva ha acabado por contestar con palabras a la pregunta de Paco Robles. Digo con palabras porque ya lo había hecho con evasivas o con hechos, financiando con el dinero de todos los viajes de los "brigadistas" a los paraísos de Castro o de Chávez. Ahora ha añadido las palabras: el totalitarismo revolucionario está entre los referentes que "forman parte del ADN de IU", quienes crean que IU "cambia o modera su estructura de compromiso por los que luchan por otro mundo posible se equivocan", celebrar la dictadura cubana "es coherente" con la ideología de IU.

Si la cosa fuera seria habría que ponerse igualmente serios y preguntar si, en plena efervescencia de la Ley de la Memoria Histórica que IU hubiera querido aún más dura, sólo son las dictaduras de derechas extinguidas hace 32 años, y no las actuales y de izquierdas, las que ofenden a los demócratas. O si, en opinión de IU, Cuba es un régimen democrático en el que los gobernantes son libremente elegidos, hay partidos políticos y existe libertad de expresión, opinión e información. Y habría que ver si la cosa no acababa con el concejal de IU espetándonos el famoso "¿libertad para qué?" que Lenin le soltó a mi admirado Fernando de los Ríos.

Fernando de los Ríos, que era un socialista culto y con vergüenza (los hubo: acaba de fallecer en Sevilla uno de ellos, el profesor Llavador) que escribió un libro que debería ser de cabecera para más de uno, El sentido humanista del socialismo, salió pitando de Moscú y logró que el PSOE, en el Congreso de 1921, no se uniera a la III Internacional.

Si la cosa fuera seria, les decía, habría que decirle estas y otras cosas al señor Silva. Pero, afortunadamente, no lo es. Porque la seriedad de las palabras depende de quién las diga y desde dónde se digan. Dichas por este señor desde un partidito que sobrevive tan ricamente como oposición in aeternum, o taburete sobre el que se aúpa el PSOE cuando le faltan votos, carecen de seriedad y, por ello, de importancia. Salvo porque este Houdini que hace desaparecer estructuras enteras se gasta dineros públicos en pagarse sus playmobil brigadistas y sus exin kremlin para jugar a jalear las dictaduras o los demagogos caudillos -sí, caudillos: el fenómeno viene de allí- como Chávez.

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