Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Combustible para el odio

LLEGA su noveno aniversario y el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York es todavía una herida abierta. Lo es la Zona Cero, el lugar donde estuvieron las torres. Y donde, a sólo dos manzanas, un inversor egipcio quiere construir un centro islámico bautizado con el nombre de nuestra Córdoba. La Cordoba House pretende ser un lugar para el entendimiento. Una mezquita para 500 personas, además de salas de conferencias y exposiciones. El nombre de la ciudad andaluza pretende evocar una época modernizadora y culta del mundo musulmán. Pero una parte importante de la opinión pública americana se lo ha tomado como una provocación.

El salvaje atentado, con 2.871 muertos, se realizó en nombre del islam. Pero los genocidios no necesitan para nada al fanatismo religioso. En los años 40, los nazis alemanes exterminaron a unos seis millones de judíos en campos de exterminio. En los 70, una especie de maoístas camboyanos, los jemeres rojos, mataron a dos millones de personas, en su empeño por acabar con la civilización urbana. En los 90, la violencia tribal africana provocó en Ruanda una matanza de tutsis a manos de las milicias hutus, con un millón de muertos.

Y en esto, aparece un pastor protestante de un pequeño pueblo de Florida, armado de su pistola y su Biblia, dispuesto a quemar el Corán como una venganza por el 11-S. El reverendo Terry Jones parece sacado de una película del Oeste, con su bigote y sus patillas; sólo nos falta verle en el saloon pidiendo un whisky. Pero, a pesar de su aspecto de pobre hombre, ha armado la mundial. Las autoridades americanas consideran, con razón, que una quema del libro sagrado de los musulmanes sería una provocación que pondría aún más en riesgo a sus tropas (y las nuestras) en Afganistán y a toda suerte de ciudadanos occidentales en países islámicos. El reverendo está encantado de haberse conocido. Comparece ante la prensa, como un vulgar chantajista, y ofrece deponer su actitud si le llama el mismísimo presidente de los Estados Unidos.

Lo malo del asunto es que Jones tiene la comprensión de no pocos americanos, incluida la ex candidata a la vicepresidencia por el Partido Republicano, Sara Palin. Y la simpatía de numerosos colectivos en todo el mundo. El fundamentalismo ha provocado una corriente de islamofobia en el planeta. La inmensa mayoría de los 800.000 musulmanes residentes en España son tolerantes y occidentalizados. Sólo un 5% son radicales, a pesar de lo cual un 53,6% de la población se muestra contraria a los fieles de esa religión. En todo caso, los problemas de convivencia no los resuelve el fuego. Ni la quema de libros en la Alemania nazi, ni las hogueras de herejes de la Inquisición, ni las torres en llamas hace nueve años resolvieron nada. Fueron combustible para el odio. Como los coranes del reverendo Jones.

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