Desde mi córner

Luis Carlos Peris

Confirmado, el Betis vive de puro milagro

DEMASIADOS son los argumentos para reafirmarnos en la idea de que el Betis, Real Betis Balompié, es un milagro viviente. Tras digerir lo ocurrido antier noche en su Junta General hay que convenir que la existencia del sevillanísimo club de las trece barras es uno de esos sucesos que jamás podremos saber cómo pueden subsistir. Lo de antier noche es la constatación de que el Betis es una excepción de la madre naturaleza.

Por supuesto que la andadura deportiva es principalísimo caldo de cultivo para la crispación. Está claro como el agua clara que las cosas se han hecho mal en ese apartado y que no es de recibo que un equipo que se metió en Europa de pleno derecho no tenga un ariete para afrontar el derbi. Es sólo una anécdota, claro que sí, pero que se convierte en prueba más que gráfica para esclarecer qué se hizo con el equipo en un verano que discurría con la ilusión bien enhiesta.

Dicho lo cual y viendo cómo dejaron el club, no parece lógico que haya elementos del anterior régimen que osen alzar la voz. Ya sé que tampoco es cuestión de ir recordando a diario el pasado porque de esa manera ni se disfruta el presente ni se cimenta el futuro, pero que se esgrima el concepto honradez por gente que bien debiera meterse debajo de la cama me parece surrealista. Claro que no se queda la cosa ahí para la reafirmación de que el Betis es algo milagroso.

¿Cómo una gestión modélica como la que saca al Betis de la mierda puede resquebrajarse de forma tan gratuita? El factótum es José Antonio Bosch, pero no puede dicho señor pelearse con los molinos de viento, sobre todo si esos molinos tienen las aspas verdes, blancas y verdes. O arremete o amenaza con irse, que es lo que hacía el innombrable de forma periódica. Teniendo la fiesta en paz todo iría mejor, pero, claro, no estaríamos hablando del Real Betis Balompié.

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