Rogelio Velasco

Consecuencias del precio del petróleo

Si el crudo sigue en niveles tan bajos durante mucho tiempo, lo que es hoy una bendición para Occidente, puede convertirse en una maldición política de consecuencias incalculables

DESDE junio del pasado año, el precio del petróleo se ha reducido un 50%. A pesar de que otras materias primas -especialmente metales y alimentación- suelen reaccionar aún más que el petróleo, no ha sido este el caso durante los últimos meses, habiendo reducido sus precios menos de un 10%. Esta dispar evolución, indica que detrás de la caída del precio del petróleo, no se encuentran solo factores por el lado de la demanda. Si así fuese, otras materias primas también habrían caído.

De la reducción total del precio, la menor demanda puede explicar alrededor del 25%, correspondiendo la otra mitad al lado de la oferta. A pesar de la situación de guerra abierta, la producción de Iraq sigue intacta y Libia ha recuperado el suministro. Es Arabia Saudí, el principal productor, que ha mantenido su nivel de oferta y contribuyendo como ningún otro país a la caída del precio del crudo.

¿Cuánto tiempo vamos a tener petróleo a 50 dólares el barril? El mercado a futuros nos indica que durante este año se mantendrá por debajo de los 60 dólares y que todavía a fínales de 2016 y 2017, el precio estaría por debajo de los 70 dólares. Esto va a depender críticamente de la política que siga Arabia Saudí. Si encuentra demasiado costoso seguir manteniendo precios tan bajos, es posible que cambie de política. Pero necesitaría la ayuda de algún otro gran productor, posiblemente Rusia, que está sufriendo con intensidad los precios tan bajos. Pero si lo que se persigue es expulsar del mercado a productores que obtienen petróleo por medios no convencionales (arenas bituminosas y esquisto), entonces la política de bajos precios continuará.

No sabemos cómo van a reaccionar esos productores, pero un análisis de los precios a partir de los cuales las distintas fuentes de petróleo son rentables, nos ofrece una indicación. La extracción en aguas profundas es rentable con un precio mayor de 53 dólares el barril; en Rusia lo es a partir de 54, la producción en EEUU y Canadá de esquisto es de 62 dólares y si son arenas bituminosas, necesita un precio de 88 dólares para que la producción sea rentable. Con el actual precio del barril de crudo, prácticamente todas estas fuentes están fuera del mercado.

¿Qué efectos está deparando la caída del precio del crudo sobre las economías occidentales, que son importadoras de petróleo? El impacto varía en función del grado de dependencia del petróleo para la actividad económica. Para el caso de EEUU, se estima que cada 10% de caída del precio aumenta el PIB en un 0,2%. Dado que la oferta explica la mitad de la caída (la otra mitad se explica por la demanda), la reducción del 50% en el precio del petróleo aumentará el PIB en un 0,5%. Este impacto es similar para la mayoría de los países europeos, aunque en Francia es la mitad, dada la menor dependencia del petróleo debido a la energía nuclear.

Estos efectos pueden ganar en intensidad y prolongarse más allá del año 2019, en la medida en que la oferta global de petróleo no se reduzca y, en consecuencia, mantenga el precio del barril en el rango de 50-60 dólares.

Estos grandes ahorros de los importadores de petróleo, tienen unos efectos inmediatos sobre el sector real de las economías. Primero, aumentando la renta real de las familias y el consumo. Segundo, reduciendo los costes de producción para las empresas y, en tercer lugar, ejerciendo una presión a la baja sobre los precios.

El alcance de esos efectos varía en cada país, dependiendo de lo intenso que sea el consumo de petróleo para la producción de bienes y servicios, y de la importación en relación con el consumo. Si en EEUU el consumo de petróleo es el 3,8% del PIB, en China es del 5,5%.

El efecto sobre la inflación depende de la medida en que la reducción del precio del petróleo se repercuta sobre los bienes y servicios finales, y de la respuesta de los salarios. En varios países europeos, incluyendo España, los ciudadanos y los gobiernos han protestado a las petroleras por no haber repercutido completamente la bajada de precios. Y los salarios no ejercen en la actualidad ninguna presión al alza sobre los precios, porque están congelados o reduciéndose en términos nominales. El efecto global sobre los precios va a ser, por tanto, negativo. Las autoridades deberían esforzarse, en estos momentos, por anclar las expectativas de inflación de los agentes a niveles más elevados, evitando alimentar la deflación.

Adicionalmente, los menores ingresos fiscales para los gobiernos en tiempos normales deberían conducir a alguna reducción en el gasto público. En estos momentos no debería seguirse esa política, debido al muy lento crecimiento de las economías occidentales.

En España el efecto es algo mayor, porque nuestra economía es más dependiente del petróleo. El impacto positivo sobre el PIB se ha estimado en el 0,6% y para este año, la reducción de la factura energética será de unos 15.000 millones, alrededor del 1,5% del PIB. Esto nos va a permitir crecer más, crear más empleo, consumir más y reducir nuestra deuda. Un círculo virtuoso extraordinario, aunque el camino por el que caminamos es estrecho y no podemos salirnos.

El efecto sobre los países exportadores de petróleo está siendo variado. En Rusia, el sector de la energía representa el 25% del PIB, el 70% de las exportaciones y el 50% de los ingresos fiscales. En Venezuela, representa el 50% de los ingresos fiscales y la práctica totalidad de las exportaciones.

Esta fuerte dependencia resulta inquietante en países que padecen gran inestabilidad política. Si el petróleo continúa en niveles tan bajos durante tanto tiempo, lo que es hoy una bendición económica para los países occidentales, se puede convertir en una maldición política de consecuencias incalculables.

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