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La Campana

José Joaquín León

Un Cristo del siglo XXI

EL Vía Crucis general del año 2016 será presidido mañana por el Cristo de las Cinco Llagas, de la Trinidad. Aporta la singularidad de ser una imagen del siglo XXI, que sin embargo evoca lo mejor de la escuela histórica sevillana. El mismo Álvarez Duarte dice que hay algo de Juan de Astorga en ese Crucificado, porque es el Hijo de la Esperanza trinitaria. Y esa Virgen fue la que cautivó a Luis cuando era un niño que iba con sus padres a la iglesia de la Trinidad. Cuando la vio a Ella supo que sería imaginero. Y cuando un día la restauró, ya en el año 2000, y la tuvo en su casa de Gines, se emocionó al verla tan de cerca. Un año después, en ese mismo taller, empezó a trabajar en un nuevo Crucificado: el Cristo de las Cinco Llagas, un Cristo para Sevilla, con el que la madera se encarnaba desde el alma.

Eran los años en que Luis Álvarez Duarte ya había llegado a su plenitud. Años en los que acababa de tallar a la Virgen del Mayor Dolor, de Granada, que fue llevada al Vaticano en su paso de palio, ante el que rezó Juan Pablo II; o el Jesús de la Pasión, de Bilbao, y el de las Penas, de Almería; o la Virgen de la Merced, de Bollullos de la Mitación; o el imponente Cristo Yacente, de Zamora. Imágenes excepcionales, que no se quedaron en Sevilla; y ya se sabe que aquí todo lo que se va a otros lugares parece como si no existiera. Pero el Cristo de las Cinco Llagas se quedó. Si el Cristo de la Sed fue su primer Crucificado vivo para la Semana Santa sevillana, tallado en sus años de juventud, el de la Trinidad, fue su primer Crucificado muerto, y lo hizo en los años de madurez.

El nuevo Cristo acabaría en 2002 con una historia de vaivenes. Después de varios intentos que no habían cuajado, la Trinidad por fin contaba con una imagen de valía indudable. Siempre nos quedará la duda de cómo pudo ser ese misterio ideado por Álvarez Duarte que era el complemento perfecto. No obstante, cuando vemos al Cristo el Sábado Santo, rodeado de imágenes de autores varios, entendemos que el arte religioso no depende de siglos, sino de una fe que se expresa. Mañana veremos al Cristo de las Cinco Llagas en el Vía Crucis tal cual es, sin nada, sin nadie más. En el sueño eterno de su muerte encontraremos la dulzura que irradia su amor.

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