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LO anunció el portavoz parlamentario de Izquierda Unida: habían alcanzado un acuerdo con el PSOE para subir el IRPF a las rentas más altas. El gozo en el pozo, la satisfacción le duró minutos: en cuanto conocieron la noticia, los portavoces de CiU acudieron adonde Alonso y Madina y les dijeron que de eso nada, que si aprobaban esa subida se olvidaran definitivamente de su apoyo para los presupuestos. Y los portavoces socialistas no dudaron en dar marcha atrás. Una vez más.

El espectáculo parlamentario está llegando al bochorno. Y no precisamente por las altas temperaturas que se viven en Madrid, sino por la falta de criterio del Gobierno y del PSOE respecto a qué quieren hacer con nuestras vidas, qué proyectos pretenden llevar adelante. Se han quedado en minoría aplastante desde que les fue mal en las autonómicas de Galicia y País Vasco –han tenido que pactar con el PP para que López fuera lehendakari, lo que no entraba en su estrategia– y desde que les fue mal en las pasadas elecciones europeas. Y desde entonces lo único que preocupa a Zapatero es sacar adelante determinadas propuestas parlamentarias. Con quien sea. Pero esos “quien sea” imponen condiciones, cambios, modificaciones.... y el PSOE las acepta porque en caso contrario se queda colgado de la brocha.

Decían los populares la pasada legislatura que era mejor estar solos que mal acompañados, la soledad les permitía hacer política sin ataduras ni condicionamientos. Seguramente Zapatero y José Antonio Alonso saben muy bien ahora de qué hablaba el PP entonces: no encuentran la manera de aprobar lo que tenían en mente. Y en lugar de imponer su criterio, aceptan el de los demás.

Visto lo visto, que el PNV no perdona y no les vota ni de broma después de perder la lehendakaritza, y comprobado que el PP sólo aprueba lo que ellos presentan o los textos socialistas que aceptan sus modificaciones, al PSOE sólo le quedan los parlamentarios de IU o CiU. Nada que ver unos con los otros. Y así van las cosas, con espectáculo día sí y otro también.

El Gobierno no sacará adelante nada que signifique incrementar impuestos y también se las verá negras para que se aprueben las ocurrencias de Aído, podemos apostar que se eliminará de la nueva ley del aborto la posibilidad de que las niñas de 16 años puedan abortar sin autorización de los padres. No porque Aído y Zapatero hayan reflexionado sobre ese disparate, sino porque no cuentan con apoyos para sacarlo adelante. Y podemos apostar también que para aprobar los presupuestos el Gobierno tendrá que tratar a Cataluña con guante blanco, como un banco extremadamente dadivoso. Y aun así CiU no se conforma: quiere más, no están dispuestos a apoyar ninguna ley que vaya contra sus principios.

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