El PSOE tiene o tenía alma, es decir, una ideología basada en ideales e ideas y no en dogmas; lo que le permite o le ha permitido interpretar los tiempos y adaptarse a las respuestas que los nuevos retos exijan sin traicionar los ideales y las ideas que lo definen o lo definían. Esto fue lo que representó en el 74 el giro de Suresnes. He escrito tiene o tenía, le permite o le ha permitido y que lo definen o lo definían porque por que los giros de Zapatero y Sánchez amenazan con la liquidación por derribo de esas ideas y esos ideales. Los hechos desde que el primero fue secretario general y presidente del Gobierno -2000 y 2004- y desde que el segundo volvió a ser secretario general -2017- no dan para mucho optimismo. Pero una pavesa queda del PSOE socialdemócrata, europeísta y humanista. Y si alguien soplara sobre ella podría volver a prender. Mucho optimismo hace falta para esperarlo, lo sé; pero quien tuvo, retuvo.

El PP, en cambio, ha perdido su identidad de partido de derecha inclinada al centro e inspirada por los principios de los partidos democristianos europeos que tenían que ver con gentes como Maritain, Mounier, De Gasperi, Adenauer, Schuman o Monnet. Hace casi justo un año intentó incluso borrarlo de sus estatutos, aunque tras numerosas presiones la dirección nacional dio marcha atrás e incluyó esta redacción: "Estamos inspirados en los valores de la libertad, la democracia, la tolerancia y el humanismo cristiano de tradición occidental". Sin embargo no debían tener muy claro lo que esto fuera porque a continuación se negaron a votar una enmienda en defensa de la vida. Lógico: tres años antes le habían servido a los proabortistas la cabeza de Gallardón. Ahora es un partido insípidamente neoliberal, pragmático y desalmado en la tercera acepción de la palabra: privado de espíritu.

Por eso, seguramente, le está comiendo terreno Ciudadanos. A neoliberal y pragmático le gana. Y nadie le puede reprochar que haya tirado por la borda sus principios democristianos porque ni los tiene ni los quiere. Es una especie de UPyD teen sin Fernando Savater que le insufle contenidos. Una tecnocracia de la posverdad con flexibilidad suficiente para pactar con todos menos, dado su origen (y esta tal vez sea su única identidad), con los separatistas. Por eso representa mejor que el PP, cuyos votantes envejecen, a la joven derecha posideológica, centrista, consumista y pragmática.