La ventana

Luis Carlos Peris

¿Cuántas ruedas de calentitos pasaron?

FÍAS, porfías y cuestiones con cofradías son malas compañeras para la convivencia según Sevilla. Antes te montaban un auto sacramental en cuanto osaras meterte en ese jardín, que a un compañero no vea usted la que le montaron por un quítame allá esas pajas en crónica a una señera imagen de Sevilla. Pero también antes se veían las cosas domésticas con un sentido del humor que lo hacía todo menos crispado. Porque vaya la crispación que encierra la carta del Calvario a la Macarena por el retraso en la Madrugada. Lo del parón lo sufría antaño el Silencio en sus carnes y en un Cabildo de Incidencias, el fiscal de Cruz, hombre rayano en la obesidad mórbida y que veía pasar la masa frita ante sus ojos de hambriento, resumía el parón en Javier Lasso de la Vega con una unidad de medida del tiempo insólita: "Los Gitanos nos han tenido parados el tiempo que tarda en freírse veintidós ruedas de calentitos". Qué arte.

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