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Coge el dinero y corre

Fede / Durán

Debajo de los adoquines está la playa

CONVERTIR la crisis en oportunidad es una hermosa máxima de complicada aplicación. El seguimiento periódico de uno de los mejores blogs del mundo (http://zenhabits.net) arroja sin embargo algunas de las claves para que este anhelo salvador se imponga al virus estadístico y real que amenaza con transformar de nuevo España en el país pobre que fue.

Activar un negocio exige esquemas simples y contundentes. El emprendedor debe tener clarísimo qué ofrece, cuál es el mercado en que se mueve, cómo piensa vender -o comunicar- su producto y cuál será el siguiente paso si las cosas le van bien y se ve en la necesidad -o en la bendición- de ampliar horizontes.

Puedes aspirar a un producto absolutamente novedoso, pero ésa es una búsqueda ardua sin premio garantizado. Sí, a alguien se le ocurrió crear Google, Facebook o Foursquare, pero el porcentaje de inventores es mucho menor al de perfeccionadores. Si algo funciona, copia lo bueno y pule lo malo, dicen a menudo en Estados Unidos.

Tu potencial público marca otra frontera entre el éxito y el fracaso. No es lo mismo abrir un garito donde sólo se sirven chupitos de vodka y pepinillos en Nueva York que en Sevilla, Córdoba o Cádiz; básicamente, porque si allá abundan los rusos -o los judíos de origen ruso, o incluso los rusoamericanos-, acá nadie entendería ni secundaría la propuesta, inexorablemente sepultada no sólo por el Imperio de las Pérdidas sino por la inflexible ironía del nativo andaluz ante la excentricidad del cambio.

Para colocar la idea, marca o producto también hay que divulgarla/o. El horizonte de opciones es tan vasto como internet, que permite trabajar desde casa y venderle una camiseta a un brasileño, montarle una web al Gobierno vietnamita o colaborar en red con periodistas de todo el mundo para publicar un blog de corte y confección. La comunicación también admite formas más clásicas pero no menos efectivas -el magnífico boca a boca- y rémoras que siempre nos acompañarán -el buzoneo, por ejemplo-.

Publicidad enlaza con persuasión: el consumidor se convertirá en cliente si le convences de que realmente te quiere -sea por placer o por pura necesidad-. La capacidad de anticipación es, por último, la fresa que corona el pastel. Tan habituados estamos a ponernos en lo peor que se nos olvida el escenario contrario. Y uno puede morir de éxito, o perder adeptos, cuando la organización le impide satisfacer a quien decidió ser satisfecho.

El conjunto, así sobre el papel, queda estupendamente bordado, pero cada apuesta necesita a su vez otra apuesta, en este caso la del banco dispuesto a prestar, porque la otra alternativa -montar algo con tres duros- es para nota. Y España suspende en todo últimamente.

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