HOSTIGAMIENTO sin precedentes el que está sufriendo el Betis por parte de la Española, ese organismo presidido por un hombre al que votó el Betis. Hostigamiento incalificable para que el Betis cumpla por vía de urgencia lo que su próximo rival no cumplió nunca jamás. Surrealista resulta esta obcecación federativa, sobre todo cuando impele a una medida que conlleva serios riesgos para la ciudadanía que quiera desplazarse al lugar indicado y de perjuicios a un cuerpo social que se ve desahuciado de su casa por culpa de un vecino que se portó mal y sin que haya servido de nada su pronta localización y custodia.

Rezuman inquina y sectarismo estas urgencias, esta manera de coaccionar a un club que no sabe defenderse, que no sabe dónde, cuándo y cómo dar el adecuado puñetazo en la mesa idónea. Es un barquito de papel este Betis que, además, desaprovecha las ocasiones que les ponen en bandeja para defenderse. La otra noche escuché a Lopera en su emisora amiga y el tío se emperró en defenderse sin defender para nada al Real Betis Balompié, sin decirle al país entero que el Betis, su presunto club, está siendo maltratado por la superioridad y también por clubes como Athletic Club, parte interesada en que sitúen a otro al borde de un pozo que también le amenaza a él.

Hay una indudable diferencia en el trato, como si estuviésemos ante ciudadanos de primera y de segunda categoría. Pero debe tener gran influencia en esto las armas que cada uno emplea en su defensa. Y no cabe la menor duda de que las armas que el Betis utiliza son inadecuadas para el calado del litigio. Teniendo como tiene todos los argumentos de su lado resulta increíble que el Betis pierda la batalla. Y es un sarcasmo que vaya a jugar por segunda vez en seis años ante el Barça en el exilio, ante ese Barça que contó con la connivencia de los que ahora vuelven a fustigar al Betis para no cumplir un castigo similar al que ahora le infligen al aún Real Betis Balompié.