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Rafael Padilla

Desmemoria histórica

EL incidente, aunque lo parezca, no es menor y nos ofrece un magnífico ejemplo de lo explosiva -y ridícula- que puede llegar a ser esa mezcla de ignorancia y de rencor con la que algunos están dispuestos a enardecer a las masas. El pasado enero, la Comisión Permanente del Consejo Escolar del Estado aprobó, a propuesta del Sindicato de Estudiantes, una resolución instando a que se cambien los nombres de los centros educativos que mantienen denominaciones vinculadas al franquismo. La decisión contó, entre otros, con el apoyo del representante del Ministerio de Educación y Ciencia.

Pero tal iniciativa, sin duda tan legal como opinable, realmente empieza a convertirse en un auténtico disparate cuando uno repara en la lista que el propio Sindicato de Estudiantes adjunta a la misma. Aparece en ella, así, el Colegio Público Diecinueve de Julio de Bailén. No tiene desperdicio, por sensata y socarrona, la contestación del concejal de Educación y Cultura del Ayuntamiento de dicha ciudad: "Entiendo que el desaguisado se habrá cometido involuntariamente, disculpados quedáis si disculpas pidiérais, pero no os confundáis de Guerra, ni de día (el "alzamiento nacional" fue el 18 de julio de 1936) ni de año, ni siglo. Habéis elegido el peor año para cometer tal error que en Bailén ha resonado como una patada a la Historia, por no decir una patada en otra zona más recóndita, aunque hacía tiempo que no nos reíamos todos juntos. Gracias. 2008 es el año del Bicentenario de la Batalla de Bailén (19 de julio de 1808)".

Otros nombres "infames" incluidos manifiestan un rigor similar: Pedro Muñoz Seca, genio inmortal del teatro; el Padre Poveda, santo y mártir, fundador de las Escuelas del Sagrado Corazón; Joaquín Ruiz Giménez -a veces escrito Jiménez-, ministro liberal (1913 y 1916) durante el reinado de Alfonso XIII; su hijo, Joaquín Ruiz-Giménez, a instancias del PSOE primer Defensor del Pueblo de España; José María Pemán, orgullo de las letras hispanas; o, en fin, y me dejo algunos, esa enigmática repulsa que expresa a las denominaciones Príncipe y Princesa de España (reyes hoy y reyes constitucionales). Son, entiendo, la mejor prueba de que estamos a punto de perder el oremus.

Apreciada la barbaridad (la de Bailén), el Sindicato de Estudiantes ha pedido disculpas, aunque no sin advertirnos de que utilizar tal equivocación, dicen que "inocente", supone un ataque interesado contra el buen nombre "de la izquierda en general", un ejercicio de tardofranquismo, insinúan, que no puede escudarse en el conocimiento y en la verdad para estorbar objetivos tan indiscutiblemente encomiables. Y uno ya no sabe si el asunto es para descojonarse o para echarse a temblar. Dios mío, ¡qué Consejo, qué estudiantes, qué Ministerio, qué país!

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