LOS andaluces merecen conocer otros modelos y otras figuras históricas que nos reafirmen en nuestros valores y en nuestra identidad, como hacen los catalanes. No es justo que nosotros mismos nos creamos que en el sur sólo hay folclóricas, toreros y presidentes en el banquillo de los acusados mientras nuestros jóvenes, si no cantan y bailan con Juan y Medio, están resignados a hacer las maletas. Los jóvenes andaluces merecerían que intentáramos darles un futuro.

Anoche, pasadas las once y media, Canal Sur ofrecía un documental con el que muchos descubrían la figura del granadino Emilio Herrera, ingeniero y aviador, emprendedor y visionario, leal a Alfonso XIII y fiel a la Segunda República, de la que fue presidente en el exilio. Herrera atesoraba tal cúmulo de virtudes y méritos que es comprensible que en un país como el nuestro, y en una tierra como la nuestra, donde no se perdona la valentía, la brillantez ni la ambición sana de prosperar, su nombre esté olvidado. No le daba por la bata de cola, sino por diseñar trajes para pilotar por la estratosfera, trabajo que después aprovechó la NASA.

Hoy conoceremos que el documental sobre Herrera no habrá cosechado una gran audiencia, lo sabemos, pero son contenidos que dan dignidad a Canal Sur, a sus trabajadores y también a sus espectadores. Para tener un 5% es mejor un documental a deshoras como este, que El gran queo. En algún momento de su historia Canal Sur debería enfrentarse a emitir cultura y entretenimiento sin tener que recurrir a la pandereta. El miércoles se conmemoraba el fallecimiento de Rocío Jurado, era el día, pero ya había sido requetehomenajeada. Canal Sur da su prime time a El Cordobés, a Rocío Dúrcal y a El Lute, como si fuera 1966, pero envía a la medianoche a un maldito del franquismo. La TVE franquista era más generosa.

El Noticias, que fue siempre un puntal, dio en la sobremesa un 6,8%, cuando encausaban a Chaves y Griñán: los espectadores se interesan cada vez menos en informarse en un canal que es cancerbero de ese régimen.