la tribuna económica

Gumersindo Ruiz

Dinero y crecimiento

POCAS noticias han despertado últimamente tantas expectativas como la puesta en marcha de un mecanismo para dar liquidez a la deuda que tienen los ayuntamientos con sus proveedores. No obstante, se va a esperar a ver la magnitud de la deuda para diseñar el sistema que permita cobrar en un plazo corto la mayor parte posible de la deuda. La financiación se ha convertido en el tema más importante para los empresarios, y el cobro es cuestión de sobrevivencia para muchas empresas.

La situación actual obliga a repasar libros ya antiguos y volver al pensamiento económico que se encuentra en la raíz del desarrollo, a las cuestiones que son fundamentales para que un país encuentre una forma de producción y empleo estables. He vuelto a leer el libro de Ronald McKinnon Dinero y capital en el desarrollo económico, quien, junto con Shaw y Gurley (con quien tuve oportunidad de trabajar en los años setenta), destacó la importancia de la financiación para el desarrollo de un país. Estos autores no sólo se referían a la liquidez que debían proporcionar los bancos centrales, sino al papel del sistema financiero en la transformación del ahorro en inversión y circulante, con una buena asignación de los recursos a las inversiones, para que estimularan el crecimiento a largo plazo. El libro de McKinnon es de 1973 y en él se dicen cosas como la siguiente: "Cualquier medida que acentúe la represión financiera reduciendo la eficiencia bancaria será extraordinariamente costosa para la economía, pudiendo causar una caída de la producción de bienes y servicios todavía mayor a la caída de la demanda de consumo". En efecto, cualquier reforma que quiera hacerse en una economía -entonces era la inflación, hoy es la deuda-, tiene que conservar ese equilibrio, pues la reforma con restricción de crédito "sólo traerá miseria y tiempos duros".

Volviendo a la cuestión de la liquidez de la deuda, en los últimos cuatro años hemos insistido en que la forma inmediata de generar circulante e impulsar la economía era que se pagara de inmediato a proveedores. El sistema que puede utilizar el Gobierno sería que los acreedores vendieran directamente sus deudas al Instituto de Crédito Oficial (ICO), que a su vez la vendería a un fondo; éste emitiría bonos con aval del Estado, a colocar a inversores, dando así liquidez al ICO y a los acreedores. Es un esquema similar al que se utiliza para dar liquidez a las compañías eléctricas en relación a la deuda por el déficit de tarifa, sólo que la cuestión aquí es más compleja al tratarse de muchos municipios y acreedores, por lo que el ICO tendría que actuar como administrador de la compra y cobro de las facturas. Las entidades financieras podrían participar con un préstamo para ajustar el flujo de cobro de facturas y el pago a los bonistas.

Entre los pioneros del papel de un buen sistema financiero para el crecimiento de una economía, y la moderna tecnología financiera, no hay contradicciones, sino un mismo propósito de generar riqueza. Siempre, claro está, que se respete la lógica de que el único sentido de la actividad financiera es proporcionar recursos para una actividad productiva real y sostenible.

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