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Crónica Personal

Pilar / cernuda

Diplomacia real

CON bastón -le ha costado aceptarlo-, pero se ha ido a los emiratos a echar una mano. Presidentes y ministros dicen desde siempre que el mejor embajador es el Rey, el que abre más puertas y resuelve más conflictos, y no duda en coger un teléfono para llamar a un jefe de Estado para tratar de suavizar tensiones. Donde se encuentra más en su terreno es en los países árabes, varios reyes y emires consideran a don Juan Carlos un miembro de su familia y miran con buen ojo a los empresarios españoles que llegan de su mano.

Para Arabia y los emiratos del Golfo ha ido ahora el Rey acompañado de cuatro ministros y una quincena de empresarios, y, aunque es evidente que se necesitaba su apoyo para cerrar contratos que todavía no se habían concretado, es evidente también que el propio Monarca necesitaba este viaje que demuestra que retoma el pulso habitual. Con bastón porque media docena de operaciones en dos años dejan huella, pero quienes han conversado con él en los últimos tiempos coinciden en señalar que el ánimo está como nunca, la lucidez también, y que le preocupa todo lo relacionado con Cataluña.

Regresará con algún contrato resuelto o desbloqueado, se admiten apuestas, pero independientemente de la carga económica de esa gira por los emiratos y Arabia Saudí, el Rey aprovechará el viaje para amarrar cuestiones relacionadas con la lucha contra el terrorismo islamista, que los saudíes sufren especialmente, y también para hablar largo y tendido en las horas compartidas de avión con los ministros y los empresarios sobre ese problema catalán que le quita el sueño y sobre el que habla con toda clase de interlocutores en la discreción que permite convocar a personalidades de muy distinta procedencia en La Zarzuela. Muchos de ellos catalanes, que a veces confiesan su sorpresa por el grado de información del Rey. Y es que si existen reticencias en el mundo de la política y los gobiernos para mantener el diálogo en los momentos de tensión máxima, nunca las ha tenido don Juan Carlos para hablar con quien hiciera falta.

La gira árabe tiene por tanto varias lecturas: el Rey mejora sensiblemente y vuelve a su actividad habitual, echa una mano a los empresarios que dependen en gran parte de los contratos extranjeros, aborda con los máximos dirigentes árabes el problema siempre presente del terrorismo islamista, y de paso no pierde la oportunidad de cambiar impresiones con los ministros y empresarios sobre la cuestión que más le preocupa, el futuro de Cataluña.

Está en forma.

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