NO han podido ni querido vivir agosto como una tregua. Era un error según la vieja praxis política, que aconseja ir al quirófano de las crisis cuando más distraído está el personal. La revelación de este periódico, antes del congreso provincial del PSOE, del plan para remodelar el Gobierno municipal en favor de los concejales partidarios de Monteseirín y en detrimento de los más cercanos ahora a Viera, no podía evitarse como si nada hubiera pasado. Pospuesta la operación pero en lista de espera, Emilio Carrillo deja Urbanismo antes de que lo recalifiquen de protegido a rústico. Y ya puede Viera, como Pilatos gobernador reelegido de la Roma socialista, y a mayor gloria del emperador Chaves, dirigirse al 'senatus' hispalense para preguntarle a quién prefieren de alcalde, si a Monteseirín o a Carrillo. Compañeros de viaje durante más de quince años (de Diputación al Ayuntamiento), ya se conocen demasiado como para mantener la relación de pareja de hecho. En política, los ataques de cuernos se resuelven con divorcio exprés.

Carrillo ha sido un gestor de los que llama la atención más por el bajo nivel medio de los concejales. Saber de economía y estadística le confería un 'perfil técnico' que también le confinaba en la sombra, en favor de quienes se arrogan un 'perfil político' pero de populismo sin papeles. Cuando Monteseirín le dio a Carrillo el rango de portavoz, le puso más en el escaparate. Y eso da alas ante la ciudad y ante su partido.

Con el PSOE gobernando una grave crisis económica, el factor más decisivo para que cualquier partido sufra una derrota electoral y el relevo en el poder, y siendo el PP de Zoido la lista más votada en 2007, el desmarque de Carrillo le convierte en el elegido para la operación política de alternativa a un desgastado Monteseirín sin dejar de votar al PSOE. Largo es el metraje de esta película para contemplar si el 'bueno' se transforma en 'malo' cuando se asoma a los pozos de ambición.