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Paqui Cros / Periodista

Doble filo de un territorio dependiente del olivar

Jaén, en la construcción regionalRecibe 450 millones de euros al año para subvencionar el olivar l Hace seis años se lanzó el Plan Activa Jaén para sacarla del furgón de cola del desarrollo l Uno de sus desafíos es el turismo rural

MÁS de un político jiennense ha echado mano de Anna Eleanor Roosevelt en sus intervenciones de los últimos años para sentenciar que el futuro de una provincia como la de Jaén depende de los que creen en ella. Dicho así, y volviendo la mirada 30 años atrás, se podría decir que han sido muy pocos los que han creído en Jaén. No es tanto una visión pesimista, sino una realidad que ha acabado imponiéndose. Es lo que llevó a las administraciones, hace ahora seis años, a impulsar un conjunto de actuaciones bautizado como Plan Activa Jaén. Estaba dirigido a "impulsar el desarrollo de esta provincia, tanto desde el punto de vista social como económico, para facilitar su convergencia".

Con una dotación de más de 1.200 millones de euros, fue el reconocimiento más que evidente por parte de las administraciones central y autonómica de lo que los jiennenses, salvo contadas excepciones, han sentido durante años: el convencimiento de que la provincia de Jaén permanece en el vagón de cola. Para Felipe Morente, sociólogo de la Universidad de Jaén, el ensayo del modelo de autonomía en Andalucía ha servido para incrementar las desigualdades de las zonas emergentes, en clara alusión a Sevilla, pero en detrimento de provincias de interior como Jaén que han pasado a conformar la periferia.

No sería justo afirmar categóricamente que durante las tres décadas de autonomía no ha habido avances en el desarrollo social y económico de Jaén. Sin embargo, en los presupuestos anuales de la Junta de Andalucía, los jiennenses han comprobado como, año tras año, la provincia quedaba relegada a los últimos puestos en inversión por habitante. Los proyectos se eternizaban de tal manera que después de 30 años de Gobierno autonómico todavía se mantiene el discurso de la necesidad de mejorar las infraestructuras de comunicación, de poner en valor su patrimonio cultural y de hacer valer su posición como primer productor mundial de aceite de oliva. En opinión de Gabino Puche, diputado del PP y ex candidato por esta formación a la Presidencia de la Junta de Andalucía, Jaén "sigue siendo la gran olvidada de la autonomía andaluza". Otros personajes de la vida pública, como Gaspar Zarrías o Leocadio Marín, esgrimen el gran avance registrado en la provincia durante las tres décadas de Gobierno autonómico, aún siendo conscientes que de que todavía quedan muchos flecos por atar.

Olivar, monocultivo y minifundio

Si bien es una realidad evidente que Jaén es una provincia donde la inversión pública ha llegado con cuentagotas desde el Ejecutivo andaluz, no se puede decir lo mismo en lo que respecta a las subvenciones ligadas al mundo agrario y que en Jaén se dirigen casi en exclusiva al mundo del olivar. En este aspecto, Jaén ha sido la gran beneficiaria de las arcas comunitarias hasta el punto de que la provincia ha recibido, según estimaciones de las diferentes organizaciones agrarias, más de 11.000 millones de euros en ayudas al cultivo del olivar en el último cuarto de siglo.

Esta cifra se explica si tenemos en cuenta que el 40% del aceite de oliva que se produce en España procede de los campos jiennenses. El caldo que se recoge supone también cerca del 20% del que se produce en el mundo. Es el fruto de las 600.000 hectáreas que pueblan la provincia y que dan cada año sus 66 millones de olivos que conforman un mar de color verde. Unos 450 millones de euros es la cifra que reciben anualmente los 108.000 olivareros jiennenses que tramitan cada año sus expedientes de pago único para percibir las ayudas europeas, lo que significa aproximadamente un tercio de su renta.

De esta forma, Jaén es la provincia andaluza que más dinero viene recibiendo en ayudas agrarias procedentes de la UE. La pregunta que los ciudadanos de a pie se plantean es dónde han ido a parar esos más de 11.000 millones de euros que han llegado en concepto de subvenciones comunitarias. Para responder esta cuestión habría que tener presente que Jaén cuenta con 108.000 explotaciones olivareras. Pues bien, sólo un 5% de los titulares de dichas explotaciones tienen como primera actividad el cultivo del olivar. De esto se deriva que el olivar a día de hoy sigue siendo un complemento de renta para casi la totalidad de los jiennenses en una provincia donde el 43% de las familias son propietarias de olivos.

Otro de los aspectos para despejar el destino final de esta ingente cantidad de dinero es que tan sólo un 6,5% de los oleicultores de Jaén se embolsan año tras año la mitad de las ayudas, mientras que el 93,5% restante se lleva la otra mitad. El hecho de que el olivar sea más un complemento de renta, que no una primera actividad, explica en gran medida que las ayudas se hayan destinado en un elevado porcentaje a bienes de consumo y no tanto a mejoras del sector como forma de apostar por su futuro y competitividad. Es por esto por lo que durante años, antes de la llegada de la crisis económica, pequeños municipios de la provincia de Jaén despuntaran en el mundo de las estadísticas por ocupar los primeros puestos de los rankings nacionales de vehículos de alta gama por habitante.

Son datos circunstanciales, pero ayudan a evidenciar la realidad de un sector que en los últimos 30 años sigue arrastrando los mismos problemas: insuficiente concentración de la oferta -la provincia de Jaén cuenta con 340 almazaras cooperativas-, el desconocimiento de los mecanismos de mercado o el predominio de un cooperativismo oleícola con escasa cultura empresarial. Hay otros, como la escasa implicación del sector productor en los mercados finales, que explican que Jaén, siendo la primera zona productora de aceite de oliva en el mundo, se siga conformando con la venta a granel de su producción a países como Italia que luego son capaces de comercializarla como propia y de ganarle todo el valor añadido.

El sector ha hecho esfuerzos por modernizarse y profesionalizarse: se ha puesto en marcha en la capital jiennense del Mercado de Futuros del Aceite de Oliva, se ha creado la Feria Internacional del Aceite de Oliva, Expoliva y se han desarrollado labores promocionales de las denominaciones de origen. Son cuestiones a tener en cuenta a la hora de abordar la radiografía de un sector productor jiennense que, sin embargo, ha sido incapaz de reivindicar su papel y liderar este negocio en Andalucía y en el conjunto de España.

El olivar es sin duda la cara y la cruz de una economía provincial que sigue basada en la agricultura y, más en concreto, en el cultivo del olivar, que representa el 90% de su producción agraria. Pese a ello, Jaén ha fracasado a la hora de liderar cualquier estrategia de concentración de la oferta andaluza para su posterior comercialización, siendo otras provincias ,como Málaga, las que, estando muy lejos de los niveles de producción de Jaén, han dado con éxito esos primeros pasos.

Retos por cumplir

Otro de los retos que mantiene Jaén es el de consolidarse como un destino de turismo interior. La provincia aporta a Andalucía el mayor número de hectáreas concentradas en parques naturales, su importante legado cultural íbero, el más importante del mundo, y joyas del renacimiento como las ciudades de Úbeda y Baeza. Sin embargo, todos estos ingredientes siguen siendo incapaces hasta el momento de lograr romper la acusada estacionalidad o el incremento de la permanencia media del viajero situada en 1,4 días, muy por debajo de ciudades como Granada o Sevilla.

Los efectos del desmantelamiento del ferrocarril que sufría Jaén cuando se incorporó a la autonomía andaluza se mantienen a día de hoy. Actualmente sólo hay conexión ferroviaria hacia Córdoba y hacia Madrid. Perdida la conexión con el Levante español, la provincia ha visto como quedaba excluida de la primera línea del trazado de la alta velocidad. Las comunicaciones por carretera siguen esperando proyectos tan reiteradamente vendidos como la Autovía del Olivar (Úbeda-Estepa), desde hace años recogidos en los presupuestos, pero que siguen sin ejecutarse. En definitiva, después de treinta años de autonomía, Jaén sigue necesitando un decidido impulso que potencie su desarrollo económico y social. Son muchos los que defienden que la provincia debe huir de su manido complejo de inferioridad y pasar a apostar directamente por sus potencialidades. Pero eso sí, tal y como sostiene Felipe Morente, lo primero es convencerse de que los grandes cambios siguen todavía sin hacerse.

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