La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Efecto Primark

La confianza es inversamente proporcional a la sensación de engaño. De eso, al final, va la fidelidad. Comprando y votando

Es barato, de calidad aceptable y gusta. Lo que mejor funciona es el boca a boca. Diseñan sus propios productos, las elevadas ventas les permiten contrarrestar el escaso margen de beneficio, operan directamente con los proveedores y se permiten el lujo de desarrollar una política de empleo medianamente decente.

El centro de Madrid está tomado por Primark. No hay cafetería, plaza, parada de autobús o metro -de la Gran Vía a la estación Sur- que no se haya contagiado del efecto de la amazing fashion y los amazing prices. Las señoras con el abrigo de piel, los jubilados ociosos, las adolescentes provocadoramente exigentes, los turistas nada despistados que van de Serrano a Callao sin transición, las familias del cinturón que incluyen el shopping en la escapada del fin de semana. Madrid tampoco duerme.

Lo curioso de Primark es cómo se ha hecho un hueco en el mercado y ha convertido una marca blanca en una marca de confianza con un perfil de clientes completamente transversal. Si diéramos un salto a la política, representaría el anhelado centro demoscópico de las encuestas, que hasta ahora había significado la moderación ideológica y tendía a traducirse en votos y en escaños. En España, PP y PSOE se lo han repartido ordenadamente hasta que Podemos y Ciudadanos han irrumpido con sus amenazas de sorpasso. Podemos llegó a verse sobre la ola Primark pero no ha tardado ni un año en dilapidar su momento y Ciudadanos lo intenta ahora aprovechando el tirón catalán.

No estoy usurpando principios por grandes bolsas de cartón. Cambian los contextos, los valores y las prioridades. Es un proceso de adaptación -obligado- en el que intervenimos todos. El refugio consumista, la dictadura del entretenimiento, se presenta como una consecuencia lógica de la sequía del mundo de las ideas y de la ausencia de liderazgos. Decimos que la situación política en España es muy compleja, pero también podríamos criticar justo lo contrario; su mediocre simplicidad. Lo más relevante de los últimos sondeos era descubrir que el electorado del PP ya no es tan fiel como se creía -en el resto de partidos nunca lo ha sido-. ¿Extraña? Volvamos a la maquinaria de Primark. No nos prometen la luna a precio de saldo; hay lo que hay. No son infalibles, pero tampoco presumen de ello. Si se equivocan, lo reconocen y rectifican. La confianza es directamente proporcional al sentimiento de satisfacción; inversamente proporcional a la sensación de engaño. Pensemos en una tienda, en un restaurante o en un partido. De eso, al final, va la fidelidad. Cuando nos vamos de compras y cuando vamos a votar.

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