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Las dos orillas

josé Joaquín / león /

Elecciones macarenas

UNAS elecciones en la Macarena son palabras mayores en Sevilla. Sobre todo cuando se presentan dos candidaturas, con el morbo de proceder en parte de la Junta de Gobierno anterior, cuyos integrantes se dividen en dos opciones. De un lado, se presenta a la reelección el actual hermano mayor, Manuel García. De otro, está la candidatura de Agustín Bello-Conde, a la que han dado su apoyo otras personas que estuvieron en la anterior Junta. Ambas son legítimas, están aprobadas, y en eso no voy a entrar. Pero es evidente que estas elecciones han dado mucho que hablar, como sucedió en la Esperanza de Triana, donde hubo tres candidaturas. Todo eso muestra la fuerza de las hermandades en Sevilla, pero también los riesgos de divisiones fraternas (generalmente inconvenientes) en los que a veces se debaten.

Unas elecciones en la Macarena pueden ser las más importantes en Sevilla después de unas Municipales. Dicho así, suena a exageración, pero no se debe olvidar que tiene una nómina de más de 12.000 hermanos, de los que más de 9.000 son mayores de 18 años con uno de antigüedad y tienen derecho al voto. A la hora de la verdad, y por mucha expectación que exista, muchos hermanos no votan, lo cual siempre le da una incertidumbre añadida a los resultados y dificulta los sondeos demoscópicos, si los hubiere. Por lo demás, el hermano mayor de la Macarena, como el del Gran Poder, o el de la Esperanza de Triana (y varios más) son autoridades locales a su manera, y eso también cuenta.

Se suele decir que las elecciones de las cofradías son conflictivas en los últimos tiempos. Esto se oye desde hace por lo menos 30 años. Basta que haya dos candidaturas para que algunos le pongan el cartelito de "conflictivo". En la misma Macarena ha pasado otras veces. Pero lo conflictivo no es que se presenten dos listas, sino los modos en las campañas. Y lo peligroso tampoco es eso, sino las consecuencias.

La política no se puede trasplantar a las cofradías. Aquí no hay un partido contra otro, con diferentes ideologías, sino hermanos vinculados por una devoción, que deben trabajar en común por unos fines fraternos, solidarios, que se basan en los dos mandamientos básicos: amar a Dios y al prójimo. ¿Como a ti mismo? Ese es el error y el horror, cuando algunos sólo se preocupan de ellos mismos. Y son capaces de poner una cofradía patas arriba por egoísmo. Eso es lo que se debe evitar.

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