EMANA dijo a su enésima vuelta que le habían guardado todos los periódicos y que ya contestaría a las cosas que se han dicho de él. Y de él, que yo sepa, no se ha dicho nada que no obedezca a su comportamiento errático, anárquico y como una gota de agua si lo comparamos con su actuación en el campo. Ya hizo un año que el camerunés vino al Betis y la verdad es que las cosas no han podido ir peor. Tanto a él como al club que lo fichó, las cosas han ido de desastre en desastre, pero lo que nadie podrá poner en duda es que es de los pocos futbolistas del plantel que merecen la pena y, por supuesto, que está capacitado para jugar en el Betis.

No me refiero a este Betis que se está conformando a base de retales y de futbolistas de coste cero. Y no es malo lo de fichar futbolistas a coste cero, pero siempre y cuando que ese futbolista libre tenga un nivel acorde con lo que el Betis debiera ser. No con lo que es, sino con lo que debiera ser según su seguimiento social. Quiero recordar que cuando Serra arribó al Betis, 28 de febrero de 1994, día de Andalucía, soltó su primera sentencia. Si la última que salió de su boca fue la de que el Betis será lo que quiera Lopera, la primera fue prometer que el Betis debería tener en el campo la misma importancia que tiene en lo social y a fe que el balear consiguió la equiparación.

Pero andábamos intentando comprender las razones que rodean a ese capricho de ébano que es Emana y no terminamos de descifrar si es positivo o negativo que siga en el Betis. Por su comportamiento futbolístico cierto es que no es un ejemplo para nadie, sobre todo en cuestiones de puntualidad. Por lo que hace en el campo, nadie dudará de que pocos hay en el plantel con su capacidad, pero también está su anarquía y esos partidos en que desaparecía para que su equipo jugase en desventaja. No olvidaré cómo salió entre ovaciones del Sardinero tras un partido que él solito levantó, pero no sé si en la mediocridad del Betis que se fragua tiene sitio o no.