DEL 25 al 28 de septiembre tendrá lugar en el Hotel Barceló Renacimiento el décimo congreso de la Sociedad Europea de Retina y Vítreo (EVRS). Oftalmólogos que gastarán dinero en la ciudad porque entre sus miembros más destacados hay sevillanos, como el catedrático Antonio Piñero Bustamante, con capacidad para influir en que la directiva de la EVRS elija un año Sevilla para su convención periódica. El Consorcio de Turismo desde el Ayuntamiento, como es natural, favorece que algunos actos del programa lúdico se celebren en lugares atractivos como el Alcázar y el Parque de María Luisa. Pero hora es ya de que se articule, como se hace en ciudades mucho más despabiladas, la figura de los embajadores honoríficos de Sevilla: todos los médicos, científicos, empresarios, deportistas o artistas cuyo prestigio internacional y su posición en organizaciones profesionales tiene suficiente fuerza prescriptora para influir en que sus colegas hagan las maletas rumbo a San Pablo o Santa Justa para reunirse.

No piensen en Fran Rivera Ordóñez ni en César Cadaval como embajadores de este rango. Las convenciones tienen lugar gracias a catedráticos como Valeriano Ruiz (energía solar), José María Cruz (cardiología), Ángel Rodríguez Vázquez (ingeniería óptica), Ángel Bernardos (trasplantes) o José María Delgado (neurociencia), entre otros muchos, en fructífera alianza con los hoteles y agencias especializados en la captación de esos eventos. También habría que aprovechar a sevillanos de la diáspora, como Francisco Márquez Villanueva, Luis Rojas Marcos, Vicente González Loscertales o Juan Antonio Yáñez para aprovechar su prestigio y sus contactos en favor de mayor actividad en Sevilla.

Esto sólo es posible si la ciudad deja atrás su tradicional ingratitud, desprecio y malsana envidia hacia sus mejores. La captación de eventos es un rodeo para afrontar esa anomalía histórica, pero es una vía que conduce a ambas necesidades.