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Cosas que pasan

Ricardo Castillejo

Empacho de amor

DESDE que mi amiga Maribel está enamorada, no hay quien le aguante. Su manía de hablar del que ella llama "mi certeza" a todas las horas del día, hace que esté empezando a pensar hacerme el sordo cada vez que mi móvil avise de una de sus insistentes llamadas. Así que, después de un empalagoso Día de los Enamorados durante el que se ha encargado de recordarme una y otra vez lo afortunada que se siente junto a "su" hombre, he decidido desintoxicarme de tanta pasión desmedida.

Supongo que, el martes por la noche, cuando esté de fiesta en el corazón de Londres con Fran Rivera, Ariadne Artiles y Laura Ponte; en ese momento en el que disfrute en un rinconcito de Harrod´s del flamenco chill out que amenizará la inauguración del restaurante de 5J "La casa del Jamón Ibérico" a la que me han invitado, no tendré cabeza para pensar si es más conveniente estar single -la nueva cursilería precisamente inglesa con la que se define a los solteros-, o comprometido. Las penas con pan, son menos penas y, con un poquito de pata negra… imagínense.

Será la ocasión para preguntarle al torero por la Miss, a la modelo por el piloto, y a Laura Ponte… por lo que se vaya terciando, que para eso se trata de una chica muy resuelta con la que da gusto compartir una conversación. Igual que Geraldine Larrosa -actualmente con el nombre de guerra artístico de Innocence- que, esta misma semana, me ha contado algunos detalles sobre su separación de Carlos Marín, el componente español de "Il Divo". De mutuo acuerdo, ambos han decidido poner punto final a una unión personal -que no profesional- que ha terminado claudicando ante el peso de sus respectivas, y exitosas, carreras. Serena, Geraldine entiende la exclusiva de su ex en el ¡Hola! y se dispone a afrontar una nueva etapa como intérprete de pop-rock-sinfónico.

Pero ni de este género ni, en realidad, de apenas nada puedo conversar ya con la dichosa Maribel quien, en vez de haber sido tocada en el corazón por la flecha de Cupido, parece habérsela tragado. ¡Qué empacho de amor!

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