la tribuna económica

Rogelio Velasco

Empresas extraordinarias

CREADA ahora hace un siglo, IBM está estos días de celebración. Nacida al principio como una empresa que fabricaba tabuladoras, máquinas para medir el tiempo y otras para cortar carne y queso, su gran transformación y posterior evolución ha deparado extraordinarios beneficios para la humanidad. En la década de los 20 del pasado siglo, inventa las tarjetas perforadas que permitían detectar el lugar donde se almacenaban datos, ya fueran de las cuentas corrientes de los bancos o los referentes al censo de población de todo un país. Avances tecnológicos hicieron posible el almacenamiento local de los datos en cintas y tarjetas magnéticas, utilizando mucho menos espacio y permitiendo la portabilidad. Otra pequeña gran invención de los laboratorios del Gigante Azul fue la del código de barras, utilizado hoy por todas las empresas de productos de consumo, generando enormes ahorros de tiempo y dinero.

Dentro del campo más estricto de la computación, en los años 50 lanza la primera calculadora electrónica, permitiendo, por primera vez en la historia, que los resultados de los cálculos matemáticos fueran instantáneos. En 1981 lanza al mercado lo que puede considerarse el primer PC comercial. Podemos constatar lo que ha ocurrido después hasta nuestros días con esta revolucionaria contribución. La empresa neoyorquina creó junto a la Universidad de Columbia el primer centro de I+D corporativo en 1945, siendo pionera también en la imbricación de las universidades con las empresas.

Esta relación con las universidades le ha permitido realizar contribuciones extraordinarias en alguno de los cuatro centros principales de I+D que tiene en el mundo y que van más allá del campo de la informática. Cinco premios Nobel de Física han dado sus laboratorios; entre otras, por innovaciones como el microscopio de efecto túnel, que, asombrosamente, permite ver los átomos y manipular superficies de estado sólido como nunca antes fue posible. El rayo láser -inventado por otra gran empresa, Lucent Technologies, que ha dado 13 premios Nobel- permite realizar operaciones oculares, gracias a las aportaciones de IBM. En fin, la Academia sueca premió el descubrimiento de superconductores a temperaturas mucho más elevadas que anteriormente, abriendo grandes posibilidades en distintos campos tecnológicos.

También en el espacio, las aportaciones de IBM han sido decisivas, equipando informáticamente a los Apolos que llevaron al hombre a la Luna, a las lanzaderas espaciales y a los robots que todavía se pasean por la superficie de Marte.

En fin, el sistema de gestión de imágenes e información que utilizan hoy los periodistas en la retransmisión de grandes eventos (creado, por cierto, en el laboratorio de Tres Cantos en Madrid) o la digitalización de uno los archivos más importantes del mundo, el Archivo General de Indias de Sevilla, son logros también de IBM.

En estos momentos, en los que se critica duramente el papel del sector privado en la actual crisis -siendo ciertas algunas de las críticas- es bueno recordar que muchas grandes empresas privadas han contribuido, como pocos empeños humanos, a hacer nuestras vidas más productivas y confortables, y nos permiten mirar al futuro con mayor optimismo.

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