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Carlos Colón

Energúmenos en Sevilla

LOS radicales de extrema izquierda y extrema derecha son la gusanera de los cuerpos sociales corrompidos, las llagas de las sociedades enfermas, los parásitos que intentan sacar provecho de los tiempos de crisis, los carroñeros de las situaciones difíciles que ellos se encargan de agravar porque saben que, con sus pocas fuerzas y menos luces, nada pueden hacer en las sociedades sanas o en las situaciones de prosperidad. Si las coyunturas sociales, políticas y económicas les son propicias se multiplican como una pandemia que infecta, a partir de un siempre pequeño brote inicial, a la nación.

Porque al principio siempre son pocos. ¿Recuerdan la escena de la cervecería de Cabaret, cuando los jóvenes nazis cantan Tomorrow Belongs to Me ("El mañana nos pertenece")? Los protagonistas se marchan del local comentando, despectivamente, que eran unos pocos locos. Y efectivamente lo eran. Pero supieron aprovechar su oportunidad para desatar la locura y el mal colectivo.

Como los radicales de extrema derecha y extrema izquierda lo hicieron en la España de los años 30, asediando a la República democrática hasta derribarla. Su verdugo final fue Franco, pero sus enemigos no sólo eran de derechas. Lean Asalto a la República, los recién publicados diarios robados de Niceto Alcalá Zamora. Escalofrían sus anotaciones del 12 y el 13 de enero de 1936: "Hay una ráfaga de locura, que apena por el país que la sufre, aunque la merezca, por preferir, no ya tolerar, a los energúmenos… Cuando la pasión oscurece así, en grado tal, las nociones de dignidad, de decoro, que hacen posible la convivencia humana, qué poco se puede fiar en el buen desenlace de nada".

Afortunadamente la situación actual no es la de los 30. Afortunadamente ni Hitler está en Berlín, ni Mussolini en Roma, ni Stalin en Moscú. Afortunadamente no existen en España los abismos sociales, carencias e injusticias que crisparon aquella época. Pero hay crisis. Y cinco millones de parados. Y desahucios. Y escándalos de corrupción que generalizan la sospecha sobre la clase política. Buen clima para que los energúmenos ofrezcan sus soluciones que siempre, sin excepción histórica que pueda contradecirlo, empeoran lo que ya estaba mal.

Salvo en el País Vasco, los energúmenos son minoría en España. Sólo allí, por vía de la izquierda nacionalista, ganan ayuntamientos u obtienen representación parlamentaria. La extrema derecha es irrelevante y extraparlamentaria. Todavía. En esto estamos mejor que los italianos o los franceses. Por desgracia ambos van a celebrar reuniones en Sevilla. Supongo que para intentar sacar provecho del mal, como suelen.

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