La ciudad y los días

Carlos Colón

Escáneres, libertad y privacidad

ESTADOS Unidos, Reino Unido, Holanda e Italia son partidarios de la implantación de los escáneres corporales para mayor seguridad de los pasajeros. Voces se alzan también pidiendo que se utilicen en los trenes de alta velocidad, especialmente en el Eurostar que une París y Londres bajo el Canal de la Mancha. En España, según dijo José Blanco, no se implantará de momento porque la seguridad se debe "compatibilizar con la libertad e intimidad de las personas". Se esperará que exista un acuerdo sobre esta cuestión en el seno de la Unión Europea, cuyos expertos en seguridad aérea se reúnen hoy para discutir y analizar sus efectos en la salud y los potenciales riesgos que supongan para las vigentes normas de privacidad. La cuestión también será abordada en el primer Consejo de Ministros de Justicia e Interior de la UE, que tendrá lugar los días 21 y 22 de este mes.

Sobre la salud nada tengo que decir: que hablen los expertos. Pero sobre la libertad e intimidad de las personas, tal y como están las cosas, creo que es preferible ser desnudado virtualmente por una máquina manejada por un profesional que acabar esparcido -en cueros, desmembrado y quemado- a la espera de que nos recojan y metan en bolsas de plástico. No encuentro en este caso conflicto entre seguridad y libertad. Si estamos dispuestos a ser escaneados, desnudados, explorados o sondados por los médicos para preservar nuestra salud, y con ella nuestras vidas, no se me ocurre por qué causa tanta alarma someternos a los escáneres corporales en los aeropuertos exactamente por la misma razón: para conservar nuestras vidas frente a la amenaza de los terroristas fundamentalistas. La libertad, desde luego, no se ve comprometida ni agredida. Y en cuanto a la intimidad, se trata de una concesión por así decir preventiva, ahora que en lo que a la salud se refiere está tan de moda esta palabra.

Dado que la deficiente definición de las figuras que se ven a través de los escáneres no las convierte en imágenes de páginas centrales del Play Boy o de portada de Interviú, se me escapa en qué medida se pueda ver comprometida la intimidad de los pasajeros. Al igual que me sorprende que se haya dicho que este sistema de seguridad violaría la ley de protección de menores, que prohíbe producir imágenes obscenas de niños y menores. Hay que ser muy retorcido para considerar un escáner una imagen obscena. Siguiendo este criterio hacer una radiografía a un menor también sería obtener una imagen obscena. Es que la radiografía se hace por su bien, se me dirá, para evitar males mayores. Y el escáner también, respondo.

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