LA nueva y triste moda en la elaboración de currículos, por parte de los adultos llamados jóvenes que tienen entre 25 y 30 años y son licenciados universitarios en paro, es suprimir del texto la mención a algunos de los estudios de nivel superior cuyo título pueden esgrimir. "Me descartan porque creen que voy a exigir más sueldo", es el lamento de un ingeniero de 27 años. La experiencia de verse rechazados una y otra vez en las empresas a las que llaman para pedir trabajo les ha hecho aprender a la fuerza que ser considerado un aprobador de carreras, cursos y másters, sin acreditar a la par un empleo duradero, resta en lugar de sumar cuando se compara su currículo con el de una persona más joven y con menos sobredosis de cursos. La Universidad, tildada de ser una fábrica de expedir títulos, comienza esta semana un curso marcado por la adaptación de los planes de estudio al sistema europeo de educación superior. Mientras tanto, antiguos alumnos esconden los títulos para ser más competitivos en la búsqueda de empleo. Demoledor.

Un llamamiento a los miles de estudiantes que han entrado en primero de carrera. Exigid que los grados en los que os habéis matriculado sean del mayor nivel formativo posible. No conformaros con el aprobado fácil. Ya que habéis optado por el trampolín universitario hacia el mercado de trabajo, que no os tiren a una piscina vacía de calidad y expertización.

La España de la titulitis consuma hoy su fracaso. El 44 % de los universitarios trabajan en actividades que no requieren los estudios aprobados. Otro 16% no halla empleo ni de chico de los recados. Les encaminan hacia el fracaso colectivo y no reaccionan. Los jóvenes que hoy son noticia en Sevilla son los dos veintañeros madrileños que llegaron el lunes por la tarde al Estadio de la Cartuja para pasarse cuatro días esperando que abran las puertas ante el concierto de U2. Son embajadores de la pérdida de tiempo. Espejo de la generación perdida en esfuerzos inútiles.