el periscopio

José / Ignacio / Rufino

Españoles por el mundo chino

EN un autobús de Dublín uno podía preguntar si iba bien para Drumcondra a una chica que ocupa el asiento de al lado, convencido de que su cabello rojo y sus ojos azules la identificaban como irlandesa. La chica hará un tímido aspaviento de manos, indicando que no sabe dónde está Drumcondra. Resultará ser lituana o polaca. Su inglés será suficiente para trabajar en una guardería, de recepcionista o de enfermera. Su periplo laboral por la isla del fugaz milagro celta responde a lo que se dio en llamar ciclo virtuoso de fuga de cerebros. Cerebros medianamente cualificados: salen de su país, se mimetizan bien por su aspecto y costumbres, son responsables y productivos, mandan remesas a su tierra, establecen contactos profesionales en su destino… y vuelven a su país a asentarse definitivamente. Todos ganan. Cuando -hace nada- éramos receptores netos, añorar para España tal inmigración y no sólo la menos cualificada era tenida por actitud xenófoba, con ese torquemadismo progresista que tanto nos ha adornado con las vacas gordas. Exigir conocer el idioma de destino -español o catalán- era una medida intolerable para los relativistas culturales, ésos que apoyaban la construcción de mezquitas descomunales en barrios (ajenos) sin población musulmana. Tal papanatismo muestra ahora su otra cara, cuando la tortilla ha dado una vuelta que más bien es doble mortal sin manos. A ver cómo respiramos ahora que nos toca ser emigrantes. Quizá a China, con o sin ciclo virtuoso.

Esta semana hemos sabido que China se plantea exigir a sus inmigrantes que sepan chino. Pero resulta que tampoco eso garantiza gran cosa. Dispuesto a irte al quinto pino chino, lo que te espera con una titulación en arquitectura son 700 euros para sobrevivir en Pekín, según cuenta un español. Mejores sueldos se pagan a los propios chinos en la diáspora que regresan, que conocen dos o tres idiomas, incluido el materno, claro. Puede que incluso tengan una titulación universitaria y un MBA. ¿Quién quiere europeos y estadounidenses, habiendo chinos como claveles, y a manojos? China se prepara para la llegada masiva de occidentales en busca de trabajo. Los emprendedores tendrán que lidiar con el trilerismo institucional comucapitalista; los que buscan un empleo lo tienen peor. Las autoridades dictatoriales del país más capitalista del mundo no se andarán con chiquitas, y a quien no cumpla las normas le podrán caer multas severas y semanitas en el trullo. Para coberturas y garantías, vaya usted a su consulado cuando le soltemos. Eso sí: si usted es el number one en los suyo, no tendrá problema. Incluso se podrá permitir no hablar mandarín ni cantonés. Con un inglés apañado podrá trabajar en el país que pasó de tener selladas las fronteras a abrirlas con todas las estrictas condiciones que no se le pusieron a sus emigrantes. La doble baraja, y las cartas marcadas. Marcando el paso, ¡al!

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