Ojo de pez

pablo / bujalance

Sin Esperanza

LA posibilidad de dimitir dos veces debe representar para cualquier político algo así como un sueño de estadista. Llama la atención que Esperanza Aguirre renuncie a seguir al frente del PP de Madrid no por los casos de corrupción, sino, literalmente, por las "informaciones" vertidas sobre los mismos; algo que no deja de ser muy de curas, muy de casa antigua: la mierda, con tal de que no traspase la puerta, me la como yo con patatas. Afirmó la lideresa, cual San Simón sobre su columna (si alguna ocasión la pintaban calva para enseñar al que no sabe, ésa era la de ayer, primer domingo de Cuaresma), que la corrupción está "destrozando todos los partidos", incluidos los últimos en subirse al carro. Y, en fin, alguien debería recordarle que, si bien el PSOE no tiene autoridad para dar lecciones, el partido que ha traspasado cierto umbral insostenible es el suyo. Que dimitir una vez está bien, hacerlo dos es fetén, pero aquí toda la autocrítica es poca; no estaría mal, incluso, que alguien pidiera perdón, o que se establecieran medidas materiales para reparar lo dañado. En cuanto a los nuevos, Íñigo Errejón, que cumple las veces de estampita de comunión envenenada, tardó cero coma dos segundos en adjudicarse la cabeza y la permanente de la egresada. Bien, pues que le aproveche. Cuando tenga el cesto lleno, que avise.

Serán cosas mías, pero resulta sospechosa la espantá de Aguirre pocas horas después de que Rajoy se reivindicase (ahora sí) como aspirante a la Moncloa (tras el burdo intento de manipulación del Rey) y le negase la mano a Pedro Sánchez, gesto seguro aplaudido por una amplia mayoría del PP (también, qué apuestan, del PSOE; ¿alguien creyó alguna vez que aquí importaba un bledo eso que llaman el bien de España?) como manifestación de honorabilidad de quien lleva los pantalones, hombre ya. La Thatcher de Malasaña, ya ven, tampoco ha tardado mucho en bajárselos. Así es la Realpolitik: el que no corre, vuela. El problema es que a Rajoy ya se le están acabando las cabezas de turco y los escondrijos donde meter la suya, por más que su ministro fidelísimo esté dispuesto a afirmar que las ondas gravitacionales son ETA. Nada de esto sorprende: estaba claro que la renovación del PP se haría así, a dentelladas, a base de tirones de manta y trampas para pájaros.

Lo bonito es ver a Podemos y Ciudadanos compitiendo a ver quién las ve caer más rápido y aireando un mérito que no les corresponde. Mucho gladiador ha salido a la arena para tan poco león. ¿Les suena? El error ajeno es otra vez el éxito propio. Todo sea por hacer creer al votante que el idiota es él.

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