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Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

Esperanzas

AÍDA regresaba este domingo como si no se hubiese ido. Después de tantas reposiciones, seguidas con obstinación reverencial por millones de seguidores, las nuevas cuitas de Esperanza Sur afloraban en la noche como una lluvia más del inclemente domingo. Aída sigue siendo aquella serie de estas seis temporadas, aquel retrato social tan hiperbólico que nos parece realista. Es una caricatura tan pronunciada que nos hacen reconocibles todos sus personajes y es difícil quedarse con uno de estos superhéroes de barrio bajo, un mosaico de posturas políticamente incorrectas. Sólo a Mauricio Colmenero, miserable entrañable, como los malos más queridos, se le perdona sus "machupichus" cuando se dirige a su explotado inmigrante. En otro contexto habrían levantado todas las polvaredas del mundo los desdenes del bigotudo, ahora que los políticos parecen que tienen la lengua desatada.

Este primer episodio de regreso era en sí una continuación de la pasada tanda, un punto y seguido para fijar al personal y conducirlo a las novedades de semanas venideras. El espectador ajeno a las informaciones aún no habrá notado la marcha paulatina de Carmen Machi, que deseaba abandonar una serie que igual que la ha encumbrado le ha marcado demasiado encasillamiento. Los de Globomedia son sagaces para estas estrategias.

En la noche estelar de Telecinco, a los de Esperanza Sur les sucedían los de Hermanos y detectives, con un guiño en el capítulo al desaparecido coprotagonista Paul Loustau ("ahora está en el paraíso", brindaba la patrulla, ya que el personaje de la ficción se encuentra retirado en el Caribe). El arranque de la nueva temporada se inició con un asesino en serie que manda pistas a un periódico. Es una velada, y desesperada, maniobra para que se vendan más ejemplares. Ejem.

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