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LA esquizofrenia va por barrios. Pasa de un partido a otro según momentos y coyunturas. Durante las negociaciones sobre el nuevo modelo de financiación de las autonomías la disociación de personalidad aquejó a Manuel Chaves, preso de su doble condición de vicepresidente del Gobierno de la nación y secretario general del PSOE andaluz. Lo primero le obligaba a defender los intereses de España, y lo segundo, los intereses de Andalucía, en un asunto en el que la tensión centro-periferia es inocultable.

Pasadas las negociaciones y alumbrado el sistema de financiación que tanto ha gustado en Cataluña, y con razón, el esquizofrénico político de mayor relieve ha resultado ser Javier Arenas Bocanegra, que es vicesecretario territorial del Partido Popular a nivel nacional y, a la vez, líder de la oposición en Andalucía y candidato -algunos malpensados creen que sempiterno: dícese de lo que habiendo tenido principio no tendrá fin- a presidir la Junta en sustitución de los socialistas.

En esta última versión, la de dirigente del PP andaluz, Arenas ha acusado a Griñán y su Junta de haberse plegado a los intereses de Cataluña, mentir a los andaluces y aceptar que pesen más los 300.000 votos de Esquerra Republicana de Cataluña que los ocho millones de paisanos de esta tierra nuestra (lo dijo en el pleno del Parlamento andaluz celebrado el lunes pasado). Lo malo es que sus compañeros de partido de otros territorios no creen que Andalucía haya sido agraviada, sino favorecida. O sea, todo lo contrario. Para Antonio Beteta, consejero de Economía de Madrid, que quería votar en contra en vez de abstenerse, el modelo concede la mitad de los recursos a Andalucía y Cataluña. Su jefa, Esperanza Aguirre, resucita la monserga de que los madrileños subvencionan con sus impuestos a andaluces y extremeños. Por su parte, Alberto Núñez Feijóo, presidente de Galicia, cree que el Gobierno ha diseñado un traje financiero a medida para mantener los caladeros de voto del PSOE (Cataluña y Andalucía, por supuesto). Y así todos.

Ya me imagino a los Gracia y otros jefes del grupo parlamentario socialista en Andalucía recortando estas declaraciones para refregárselas a Arenas en el próximo debate en el que se le ocurra sacar el tema. A esto conducen los discursos de oportunidad, aquéllos que se hacen en función del auditorio al que van dirigidos y/o del día en que se pronuncian. Ocurre igual cuando se presentan los presupuestos de la Comunidad Autónoma y la oposición en algunas provincias denuncia que las inversiones en ellas son inferiores a la media regional. ¿Y qué pasa con sus colegas de las provincias que están por encima de la media? Ellos mismos los dejan sin argumentos.

Los grandes partidos nacionales, para ser creíbles, tienen que decir lo mismo en todas partes. La esquizofrenia oportunista lo impide.

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