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El balcón

Ignacio / Martínez

Europa, tocada

AYER se acabó de golpe una época romántica de Europa; ha durado 66 años, edad de jubilación. Personas mayores de zona rurales de Inglaterra se han impuesto a jóvenes urbanos de Londres, otras ciudades, Escocia e Irlanda. La marcha del Reino Unido sacude los cimientos de la Unión y Europa se queda temblando. Tomo prestadas palabras líricas de un Premio Nobel de Literatura: "Deseo hablarles hoy sobre la tragedia de Europa. Este noble continente, que abarca las regiones más privilegiadas y cultivadas de la tierra, es el origen de casi todas las culturas, artes, filosofía y ciencias, tanto de los tiempos modernos como de los antiguos. Si Europa se uniera, compartiendo su herencia común, la felicidad y prosperidad que disfrutarían sus habitantes no tendría límites". El Nobel era Winston Churchill. Lo dijo el 19 de septiembre de 1946 en Zurich, en el discurso en el que propuso la creación de los Estados Unidos de Europa, aunque no incluía la participación de Gran Bretaña. Eran otros tiempos: posguerra, espíritu fundacional.

La torpeza de Cameron, que prometió este referéndum para ganar las últimas elecciones, ha dado alas a populistas de extrema derecha bien situados en Holanda y Francia y a otras fuerzas euroescépticas de Italia y países nórdicos. Hay amenaza de efecto dominó. Europa no estaba de moda por la crisis y ahora ha sido repudiada. Está en un momento delicado y los contrarios a la Unión pretenden pescar a río revuelto. Tienen muchos argumentos: empobrecimiento de amplias capas de las clases medias, paro, miedo al terrorismo islámico, rechazo a inmigrantes o refugiados… Y todo eso ha provocado el auge de egoísmos nacionales. Pero no sólo la UE sale débil de este fracaso. El resultado ha dejado atónitos a escoceses e irlandeses de norte, partidarios de seguir en Europa. Los 500 kilómetros de frontera entre las dos Irlandas serán difíciles de guardar. Es su única frontera interior con la UE, además de la de Gibraltar. Asunto al que el ministro de Exteriores español también le ha echado la caña.

El artículo 50 del Tratado de Lisboa, que prevé una eventual salida de la Unión, no establece plazo de comunicación. En Bruselas se pretende que el dimisionario Cameron lo haga en la cumbre de la semana próxima. Ahora hay que negociar el divorcio con buen estilo y la suficiente firmeza como para desanimar a imitadores. Además de un contribuyente neto de 7.000 millones de euros, Europa pierde un socio que aportaba fortaleza académica, parlamentaria, militar, financiera, comercial y cultural. Un peso pesado mundial. Y queda tocada.

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