Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

¿Existe Podemos?

Podemos en Sevilla ha dejado de tener relevancia política; su actuación en el Ayuntamiento pasa totalmente desapercibida

Nunca, ni en el más extraño de mis sueños, he tenido la tentación de militar en un partido político y, por edad y circunstancias, muchísimo tendrían que variar la cosas para que eso cambiase. Pero no crean, le doy mérito. Eso de entregarse a una causa hasta el punto de tener que decir sí a todo a todas las horas del día sólo lo puede dar una fe monástica y eso requiere disciplina y mortificación, cosas ambas de las que los mortales comunes solemos huir pertrechados de buenas razones. El que no haya estado nunca cerca de ninguna forma de militancia no obsta para que intente ponerme estos días en los zapatos de un esforzado miembro de la base de Podemos y pensar cómo me sentiría si mi líder carismático y una de las más conspicuas representantes de la dirección, que han decidido tener hijos juntos, me utilizaran para que con mi voto avalara la compra de un casoplón y, de paso, uno de los mayores errores políticos que podían cometer. Supongo que saldría corriendo y no me volverían a ver el pelo por el círculo nunca jamás, aunque lo más probable cuando el lunes se den los resultados de la estrambótica consulta tengamos una constatación más de que lo de la adhesión inquebrantable no sólo se dio en la época de los dinosaurios tipo Arias Navarro, sino que está a la orden del día y en perfecto estado de revista.

Lo cierto es que el chalé de Galapagar le ha supuesto a Podemos una fractura interna de la que va a tener complicado recuperarse y de la que varios intentan ganar, entre ellos el alcalde de Cádiz, que ha oficializado su papel de líder de la oposición interna con gracia y efectividad, dos características de Kichi que le dan papeletas para seguir ocupando cuatro años más el despacho que preside el retrato de Fermín Salvochea.

Y a todo esto cabe preguntarse: ¿existe Podemos en Sevilla? En toda la polémica que ha rodeado el chalegate de Pablo Iglesias ni una sola voz, que conste, se ha levantado desde la capital de Andalucía. Como si los círculos hubieran dejado de circular, si es que alguna vez lo hicieron. Todavía no hace ni cuatro años que los morados, su marca blanca municipal, se convirtieron en clave para que Juan Espadas alcanzara la Alcaldía. Qué lejos quedan aquellos tiempos. Hoy, lo que hagan o dejen de hacer sus tres concejales ni trasciende especialmente ni parece importar mucho. El alcalde se desembarazó de ellos tan pronto como pudo y buscó los apoyos que necesitaba para gobernar en otros sitios.

Quizás en Sevilla se anticipó la crisis que ahora vive Podemos a raíz del episodio del chalé. Lo que se está jugando la organización es si va a tener algún papel en el futuro o se hundirán en la irrelevancia como en Sevilla. Apuesten.

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