PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

Éxito y ocaso de Arance

SU catálogo prenavideño se titulaba Hundimos los precios. Mal presagio. Tocado y hundido está el negocio de Arance La Ballena, de la sevillana familia Arance, con el que llegó a ser líder español en baño y cerámica. Tira la toalla porque la banca no le da tregua a sus deudas. No le sirve de aval su extraordinario currículum empresarial durante 35 años. Partiendo de cero y llegando a facturar 60 millones de euros en 2004 mediante su red de tiendas en Andalucía, Extremadura y Madrid. En tres años cuesta abajo pasa de una plantilla de 250 trabajadores a extinguir el empleo. Sería injusto hablar hoy sólo de sus deudas y despidos. Hay que resaltar en el haber de Arance el caudal de trabajo y prosperidad que, a lo largo de dos generaciones, han producido desde Sevilla.

Otra empresa que cae devorada por su exceso de optimismo; por el descenso de las ventas; por la feroz competencia de las multinacionales; por la morosidad de los clientes; por el final de la alocada construcción de viviendas, y por el estrangulamiento financiero que ejecutan los bancos incluso a empresarios premiados como la familia Arance, que en 2010 facturaba 32 millones de euros. Seis causas encadenadas de las que no nos libramos seis años después de advertirse con datos y análisis el reventón que se avecinaba.

Si en España se hubieran hecho en 2006 y 2007 las reformas y los ajustes que ya se vislumbraban como imprescindibles y trascendentales, la recesión hubiese sido severa, con padecimientos y damnificados, con bancos quebrados, pero a cambio se salvaba la mayor parte del tejido empresarial y de la cohesión social. En lugar de cirugía y quimioterapia, se recetaron aspirinas y mentiras. Una política cobarde en una sociedad hipócrita ha dado como resultado una economía desangrada. Y los partidos políticos, los sindicatos, la patronal y la banca siguen tonteando con zancadillas, engañifas y dilaciones para que el marrón se lo coman empresarios y trabajadores como los de Arance. Vergonzoso.

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