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Fainé for minister

HAY al menos tres motivos por los que Isidro Fainé, presidente de La Caixa, podría ser ministro de Economía y hacerlo mucho mejor que Elena Salgado. 1. Es carismático sin ser estúpido, esto es, puede parecer que te da toneladas de información cuando en realidad te esquiva como cualquier otro empresario del sector de las finanzas. 2. Sus conocimientos y su memoria parecen ilimitados. Y 3. La Caixa ha sido siempre una entidad impermeable a la política, virtud que le ha garantizado una gestión profesional y notables éxitos y tamaño. Existen, sin embargo, dos razones por las que Fainé jamás pisaría un Ministerio: una es que pretende presidir La Caixa como mínimo una década más (tiene sesenta y nueve años) y la otra es que no es estúpido.

Volvamos a la idiocia. Ningún empresario de primer nivel (posiblemente tampoco ninguno de segunda) contaría jamás a un periodista más de lo necesario. No obstante, Fainé practica en su caja una pedagogía de la transparencia que el lector, el inversor y el informador agradecen: Caixabank vale 20.000 millones y puede generar un rendimiento de otros 1.500; Caixaholding pesa 10.000 y produce unos 400; la salida a Bolsa de la primera tendrá lugar el 1 de julio; La Caixa no vende sus activos inmobiliarios; La Caixa participa en Repsol y Telefónica porque ambos gigantes le procuran unas notables plusvalías, y así hasta acabar aprendiéndose de memoria, como aquel Padre Nuestro de las aulas del posfranquismo ochentero, las hechuras del gigante financiero catalán.

Fainé tiene mucho de gentleman y gurú, no poco de predicador, y algo de vendedor de enciclopedias. Habla despacio pero piensa rápido. Conoce la macroeconomía, recita las finanzas. Si Miguel Martín (AEB) insiste en colocar a bancos y cajas en la misma liga ("siempre han sido lo mismo", sostiene), Isidro Fainé alega la obra social como hecho diferencial ("¿por qué quieren que seamos lo mismo si nunca lo hemos sido?", contesta). Quizás por sus hondas raíces católicas, el president vende optimismo y coloca por delante la parte del discurso que resalta las fortalezas del país, sus potencialidades y los indicadores que avalan un futuro parcialmente despejado. No, Fainé no se cagaría en la madre que lo parió porque esa madre España es la que sustenta (formidablemente, por cierto) su negocio.

Si yo fuera Zapatero, llamaría a Rajoy para pactar la candidatura de Fainé al asunto económico gane quien gane las elecciones (esta frase es puro formalismo). Me agarraría a las tres razones expuestas al inicio para anular el par referido a continuación y encomendaría los destinos de España a un señor que, procediendo del sistema más corresponsable de la crisis, añade a la frialdad del crédito el romanticismo de la obra social. Fainé for minister. As soon as possible.

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