Desde el fénix

José Ramón Del Río

Fe en la Justicia

DESPUÉS de casi cincuenta años relacionado con la Justicia como Abogado del Estado y Letrado ejerciente, sigo teniendo fe en ella. Debe tratarse de la "fe del carbonero", porque si fe es creer en lo que no vemos y lo que vemos es contrario a lo que pensamos, hace falta, nada menos, que una virtud teologal para seguir pensando lo mismo.

De un tiempo a esta parte parece que en España existe una conspiración para que todos perdamos la fe en la Justicia. Seguramente que Pacheco, el que fue alcalde de Jerez, se atribuye la iniciativa del movimiento, con aquella frase de que "la Justicia es un cachondeo", lo que quedó palmariamente demostrado con la regla del nueve que fue la sentencia de su absolución. El movimiento culmina -de momento- con las vicisitudes por las que está pasando el Tribunal Constitucional, sito en la cumbre de nuestra organización jurisdiccional. Habrán leído ustedes que acaba de fallecer repentinamente uno de sus magistrados -el señor García Calvo (q.e.p.d.)-, lo que sin duda, es un suceso luctuoso pero que, normalmente, no debía afectar más que a su familia y allegados. Pero resulta que todos los comentarios de los medios de comunicación coinciden en que, por su fallecimiento, va a salir adelante el Estatuto catalán, tal y como está redactado, porque no van a prosperar ninguno de los recursos de inconstitucionalidad interpuestos por el Defensor del Pueblo, cinco Comunidades Autónomas y el PP, y esto en razón de que la sentencia la votarán cinco magistrados llamados "progresistas", por propuestos por el PSOE, otros cinco "conservadores", por propuestos por el PP, y por la presidenta, que tiene voto de calidad y que, además de propuesta por el PSOE, se han empeñado en prorrogar su mandato después de haber concluido. Y todos estos comentaristas coinciden en que los votos de los magistrados propuestos por el PSOE desestimarán los recursos, para hacer buena la promesa que Zapatero le hizo a los catalanes de que el Estatut que se aprobaría sería el que saliera del Parlament.

Fíjense lo iluso que debo ser o la fe tan grande que tengo en la Justicia que yo no creo que bajo las negras togas de los magistrados del TC, blanqueadas por las puñetas de encaje de sus bocamangas, lleven unos la camiseta roja del PSOE y otros, la azul del PP, y vayan a resolver los recursos como pretenden los que le propusieron para el cargo. Yo pienso que, cuando tengan que decidir su voto, lo que harán será releer la Constitución y comparar los artículos que se cuestionan del Estatut con aquélla y que, con la sola ayuda de su saber jurídico y de la ética propia de su condición de hombres de bien, emitirán el veredicto que les dicte exclusivamente su conciencia.

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