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Carmen Calleja

Feministas a la violeta

HOY en día es muy frecuente oír profesión de feminismo. Me alegro porque, con fundamento o sin él, ello contribuye a asentar valores de igualdad. Otra cosa es la consistencia de esas proclamas.

En el feminismo, como en cualquier otro movimiento, o como en las organizaciones de toda índole, hay una mayoría inmensa de militantes sinceros y coherentes... y también elementos oportunistas. En el caso del feminismo se da la circunstancia de que cualquier mujer que manifieste su creencia en la igualdad puede pasar por feminista.

Pues no. Ser feminista es actuar para obtener la igualdad de mujeres y hombres en todos los ámbitos: en el trabajo, en la casa, en las relaciones de pareja y familia, en las posiciones de poder. Sólo desearlo es muy bueno -y mejor que nada-, pero no vale para el calificativo de feminista. Como ser trabajador no es igual que ser sindicalista; o ser empresario no es lo mismo que militar en defensa de los intereses de los empresarios; o tener una ideología de izquierda o de derecha no te hace militante de los partidos, organizaciones para trabajar por extender esa ideología y llevar sus principios a la práctica en los gobiernos. En todos esos casos (mero trabajador, empresario, persona de ideas políticas) cada cual es favorable a sus intereses o ideas pero sólo con eso no actúa para que la sociedad los asuma.

Viene todo esto a cuento de la próxima elección de la persona que ostentará la Secretaría General del PSOE. Hay mujeres que han dicho que no hace falta una mujer en la Secretaría General, sino que basta con un hombre feminista. Es una opinión muy respetable, pero no puede reclamarse del feminismo. Cabe incluso que sea mejor Rubalcaba que Chacón para los intereses del PSOE. Yo creo que no. Pero una feminista sabe que militar en la consecución de la igualdad de hombres y mujeres en el ámbito del poder lleva a preferir (en igualdad de capacidades, por supuesto) a una mujer. Porque hay una deuda histórica y porque significará un impulso decisivo en el logro de la igualdad en otros muchos escenarios. Hay mucha misoginia aún y estamos ante la prueba del nueve del feminismo: tener la oportunidad de dar el poder a una mujer y hacerlo o no.

Respecto a los intereses del PSOE poco puede favorecerlos más que apostar por una mujer para líder y futura presidenta del gobierno. Si además es joven, mestiza (catalana, andaluza, aragonesa...), muy socialista, feminista y muy capaz, mejor que mejor.

Parafraseando a Cadalso, hay feministas a la violeta que necesitan algo más que un curso completo, dividido en siete lecciones, para los siete días de la semana, publicado en obsequio de quienes pretenden pasar por feministas siendo sólo mujeres con suerte.

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