DESDE el éxito de los dos Luises, Suárez y Del Sol, en el Calcio, el fútbol español no había tenido un embajador tan deslumbrante, con tanta brillantez como está mostrando Fernando Torres en la Premier y en la Champions con la camiseta roja del Liverpool. Segundo goleador en la Liga inglesa, tiene un mérito extraordinario el hecho y, sobre todo, haberlo conseguido en su primer año de exilio. Con ello, el madrileño tira por tierra todas esas milongas de tiempos para la adaptación y demás. Ha demostrado Torres que el futbolista auténtico rinde desde el primer día llueva, ventee o haga frío, como hicieron Del Sol y Suárez.

El fútbol español es mucho más importador que exportador. De hecho, lo primero gana por goleada a lo segundo por mucho que en los últimos años ande en trazas de acercamiento. La Ley Bosman llenó de extranjeros la Liga española, hay equipos que difícilmente alinean a más de dos españoles cada domingo y eso ha contribuido a que muchos futbolistas de perfil normalito hayan tenido que emigrar a otras Ligas. No es el caso de Torres, que se ha ido de la misma forma que en su día, ya lejanos, se fueron Suárez y Del Sol, por una enorme cantidad de dinero. Por ejemplo, con lo que la Juve pagó por Del Sol compró el Madrid los terrenos de su ciudad deportiva.

Con todos los equipos ingleses en el bombo de la Champions, el papel de Fernando Torres ha sido determinante para que el Liverpool acompañe a Chelsea, United y Arsenal en el sorteo de hoy en Nyon. Nunca desde que los dos Luises asombrasen en el Calcio un futbolista español ha tenido la cuota de protagonismo de este Fernando Torres que habrá encontrado en Inglaterra lo que le faltaba para ser el futbolista que siempre prometió. Y esto debe ser bueno para la selección española; debe ser un soplo de aire fresco y, mejor aún, el descubrimiento de esa estrella determinante que sea capaz de darle a la selección lo que la selección jamás encontró, el éxito.