BUSCA las tablas la Liga que está terminando antes de tiempo. Un puesto para Champions y otro para el descenso es lo que resta por discernir a tres jornadas del final, poca cosa. Lo más interesante que deparó la jornada de este domingo fue la manera épica de resolverse un enigma que estaba tiempo ha desvelado, el que fuese campeón el Realísimo. Eso lo sabían hasta los niños de pecho, pero no la forma en que se desarrollarían los acontecimientos en los últimos diez minutos del partido de Pamplona. Tremenda la forma en que los de Schuster levantaron una noche quebrada por una expulsión rigurosa y un penalti clarísimo.

Los nuestros cumplieron, pero con matices. El Sevilla hizo los deberes con cierta solvencia ante un Valladolid inferior, los hizo por la vía rápida y con un ojo en lo de mañana en Santander, que ahí sí que no puede equivocarse el equipo de Manolo Jiménez. Quizá el único punto negativo de la jornada en la acera sevillista ha sido cómo Güiza ha adelantado a Luis Fabiano para un título, el de Pichichi, que no se dudaba de que fuese a ir a las vitrinas del delantero brasileño. Alguien puede no explicarse cómo se deja en la suplencia al goleador que tiene a tiro entrar en la historia del club como acompañante único de Arza, pero doctores tiene la causa...

En lo que respecta al Betis, iba a Almería a certificar la salvación y tampoco pudo cerrarla de forma matemática. Por supuesto que un batacazo del Betis resulta impensable, pero cosas más raras se han visto en este apasionante juego llamado fútbol y ahogados a punto de llegar a la orilla los tenemos a puñados. Lo cierto es que el Betis, a causa de una pájara descomunal en el arranque del segundo tiempo, se quedó con la miel en los labios. Aunque el punto es bueno, el solo hecho de pensar que con un triunfo en Almería ya estaría el Betis por encima de Athletic Club es motivo más que suficiente como para reafirmarse en que el pasito fue bueno, pero corto.