Previsión El tiempo en Sevilla para el Viernes Santo

IMAGINEMOS por un momento que, en una empresa que tiene una plantilla de más de 5.000 empleados y que maneja un presupuesto consolidado superior a los 1.382 millones de euros, el consejero delegado declarara públicamente que cada día firmaba los papeles que le ponían por delante sus subordinados sin mirarlos siquiera. E imaginemos que estas declaraciones se hubieran producido varios días después de que un empleado de la Societé Générale francesa hubiese sido acusado de defraudar 4.900 millones de euros al banco abusando de la confianza depositada en él por la entidad. ¿Qué hubiera pasado con la cotización bursátil de esa empresa que daría igual que dirigiera un analfabeto que un ilustrado porque los ejecutivos no se leen ni un solo papel? ¿Qué imagen de seriedad y solvencia estaría transmitiendo al mercado, a sus clientes y a sus proveedores? Pues esto es justamente lo que, según su delegado de Presidencia y Hacienda, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, pasa en el Ayuntamiento de Sevilla (que en verdad tiene 5.000 empleados y un presupuesto de 1.382 millones), y por eso, en su opinión, ocurrió el caso Macarena y el ex edil García se vio envuelto en el affaire de las facturas falsas: que los miembros del gobierno de la ciudad estampan habitualmente su rúbrica en los documentos sin leerlos previamente. Para evitar nuevos casos Macarena, Celis dice que muchas competencias de los concejales están siendo asumidas por el coordinador general y los directores generales. De las palabras de Celis se colige que los concejales jamás tendrán ningún tipo de responsabilidad (ni política, ni administrativa, ni penal) por sus actos, ya que siempre podrán alegar que firman lo que les pongan por delante los funcionarios, sin importarles qué. Y si, para eludir su responsabilidad, los ediles traspasan muchas de sus competencias a los funcionarios, ¿para qué están entonces los concejales? ¿Para ser en la práctica un mini Parlamento que no gobierna pero que cuesta sus buenos dineros al contribuyente? Si las competencias y la responsabilidad se trasvasa a los funcionarios, entonces, parafraseando a Unamuno, habría que decir: "¡Que gobiernen ellos!".

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