CASUALMENTE, los dos veranos en que se ha producido el advenimiento de Florentino Pérez, ese ser superior según calificación de Butragueño en su día, cogió al Betis con el paso cambiado. Lo del paso cambiado ha de entenderse no sólo por el colapso que origina un descenso. Influye también el colapso crónico de un club que dejó de ser club por obra y desgracia de su manejo, pero dio la casualidad de que en el primer verano del florentinato, el de 2000, estaba el Betis como en éste y toda la expectación que se ha abierto en la Liga coge al Betis en Segunda y con la perspectiva de un montón de partidos en domingo a mediodía.

Triste sino el de este Betis inmerso en un tobogán de sensaciones y que asiste al espectáculo en calidad de espectador sin un papelito de protagonista en lo que está por venir. Llega Kaká como gran atracción de una Liga en la que el Real Madrid tiene la obligación de pelearle al Barça la supremacía, que el monólogo insultante de esta última va contra la propia Liga. Dice Florentino que aquello de Zidanes y Pavones con que publicitó su época galáctica se cambia ahora por lo de Di Stéfanos, Amancios y Raúles, que suena mucho más elocuente. Y para ello ya tiene a Kaká y casi a Villa, o del todo al asturiano, con lo que la máxima de Bernabéu va cumplirse.

El Sevilla, mientras, a su aire, sabiendo lo que quiere y yendo en busca de lo que necesita. Para ello ya tiene en cartera a tres o cuatro por puesto. Seguro que tras los dispendios del verano anterior, en éste será más cauteloso a la hora de tirar de cartera. Parafraseando a Florentino, bien podría decir Del Nido que el Sevilla se formará de estrellas como Kanoute, nacionales como Palop y canteranos como Jesús Navas. Y este Sevilla sí que tiene un papel importante a desempeñar en esta Liga próxima y que tan atractiva la pretende hacer Florentino, esa especie de Midas que enriquece cuanto toca y que, casualmente, coge en cada aparición al Betis con el paso cambiado.