IMPRESIONANTE golpe de autoridad el que ha dado el Sevilla para que de nuevo el sevillismo se ilusione con su equipo. Como un tren de alta velocidad ha pasado el equipo de Manolo Jiménez por el Trofeo de los Ferrocarriles en la primera prueba seria de una pretemporada planificada a lo grande. Con las maletas sin deshacer vuelve el Sevilla al avión para medirse en Amsterdam con otros aristócratas del fútbol continental. Y lo mejor de todo es que se mide a ellos de igual a igual y, además, para ganarles. No cabe duda de que este Sevilla ha hecho de la frase machadiana de se hace camino al andar su motor vital, claro que sí.

Es el Sevilla de la hora un claro ejemplo de cómo pueden hacerse las cosas y está demostrando también que todo puede funcionar correctamente aun siendo una sociedad anónima. Mientras otras S.A.D. se desangran o sirven de mofa para el paisanaje, el Sevilla da un paso adelante tras otro para convertirse en lo que sus aficionados desean. En Moscú dio una imagen tremenda de seriedad ante el Milan y de poderío ante los anfitriones. Que sí, que el Milan no es lo que era y que el Lokomotiv es lo que es, pero lo cierto es que el Trofeo de los Ferrocarriles cayó con todo merecimiento en las manos del Sevilla, del espléndido Sevilla Fútbol Club de hogaño.

Así es como se hacen las cosas, como las hace el Sevilla de José María del Nido, de Monchi, de José María Cruz y Manolo Vizcaíno, ahora de Manolo Jiménez, el de la eficiencia en las muy duras y también en estas maduras de Pepe Bernet, un club estructurado de arriba abajo, como debe ser. Lo de Moscú, decíamos el sábado, trae en la barriga una sobredosis de autoestima, algo que se ha multiplicado con la sensación de equipazo que dio el domingo. Todo eso sin los olímpicos y, algo muy a tener en cuenta, sin esa especie de futbolista milagro que es Kanoute. Como para que no se haya enseñoreado nuevamente el optimismo más fundado en este espléndido Sevilla.