Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

'Getas'

OEÉ. Allá estaban en la cabina, exaltados, borrachos de euforia y delirantes por la proeza. Me imagino los rodetes de sudor y hormonas que exhalaba Camacho, el de las espantadas. "A apretar los dientes", ordenaba. Manu Sánchez despedazaba el oso cuando el bicho aún despedía vaho por el hocico, en una fiesta de prórroga que se olía con topes de audiencia para alegría de la casa. Y José Antonio Luque jaleaba y narraba con perogrullo (se nota cuando una cadena emite fútbol de Pascuas a Ramadán, como Antena 3 o Telecinco). Todos en la cabina brindaban con castillos en el aire. ¿Todos? Todos, no. Matías Prats forzaba el semblante sereno. Intentaba no contagiarse de la juerga de los getafenses y de media España que se alegraba y reconocía el mérito de los modestos que se sobreponen a su destino. Matías iba de aguafiestas, como más o menos le insinuaban sus compadres de asiento. Él prefería saborear el momento con realismo y dejar las elucubraciones y celebraciones para más adelante. Cuando se ha estado a pie de micro en tantos Juegos Olímpicos, torneos varios y Mundiales con deportistas españoles, la piel se curte de estoicismo, de fatalismo razonable. Matías tendría en mente, por ejemplo, aquel disparo de Schwarzenbeck al Atlético en la final europea del 74, que contempló en casa de pipiolo. Son crueles estos de Bayern-Inclán. Qué jetas. A Matías sólo faltó decir en el pitido final "ya os lo había dicho".

Las encuestas, con constancia de lluvia gallega, suelen señalarle como el periodista con más credibilidad. Aquel en el que más confía la gente de la calle. Y en la envenenada prórroga del Coliseum Alfonso Pérez aún creció más su leyenda de hombre tranquilo (más quisiera Chaves igualarle). Patriarca de tantas decepciones, nos dio una palmadita en la espalda con un rictus oculto de guasa gorda.

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