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SI el Consejo Audiovisual de Andalucía tuviese más autoridad ejecutiva, ya habría decretado la suspensión de todas, o casi todas, las televisiones municipales que funcionan en la región. Por su desprecio al pluralismo y por su sumisión al poder que las creó. Que las creó para eso, para la mayor gloria de los alcaldes gobernantes, sean del color que sean.

Como la ley no le otorga esa autoridad ejecutiva, el Consejo ha de limitarse a hacer informes y responder a las quejas ciudadanas. A veces lo hace con rotundidad y energía. Es el caso del dictamen que acaba de conocerse sobre la tele del Ayuntamiento de Sevilla, Giralda TV, cuyo libro de estilo ordena a sus redactores no difundir noticias sobre un sumario que aún no haya concluido a fin de "evitar los posibles juicios paralelos en la sociedad". Para que no haya juicios paralelos, los responsables de la emisora decidieron silenciar todas las informaciones relativas al proceso abierto sobre el caso de Mercasevilla, en el que una juez investiga el presunto cobro de comisiones y la venta ilegal de terrenos en esta empresa municipal. Esto es: para prevenir incidentes, mejor que no salga la procesión.

El Audiovisual, con buen criterio, el aval de numerosas sentencias del Tribunal Constitucional y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la lógica elemental con que se maneja cualquier periodista que se precie de serlo, considera que ningún mecanismo de autocontrol puede ir en menoscabo del derecho fundamental a una información veraz que asiste a la ciudadanía y que, en todo caso, el secreto de un sumario no afecta más que al contenido de éste, no a los hechos que constituyen su objeto. Vamos, que no se puede supeditar uno de los aspectos básicos de la libertad de expresión a que lo expresado moleste o incordie a los ediles gobernantes. Al menos, en una televisión que no pagan dichos ediles, sino los contribuyentes todos.

Esto es el catón del periodismo, cuyas limitaciones conocemos todos los que nos dedicamos a este oficio en vías de extinción (o de reconversión profunda). Los gestores de Giralda TV se han equivocado doblemente. Una vez, por el hecho de prohibir con pretextos una información de interés público, y otra, por la estupidez de ponerlo por escrito, ¡y en un manual de estilo! En vez de lidiar con mano izquierda, controlando la escaleta y procurando no dar demasiada cancha a las malas -para el alcalde- noticias de Mercasevilla, van y dan la consigna por escrito, para que quede constancia de que hay consignas. Hasta para manipular se requiere inteligencia y astucia. Con su sinceridad, que otros llamarán cinismo, no han hecho más que recibir del Consejo Audiovisual un rapapolvo que estaba cantado.

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