La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Golpe o Constitución: hay que elegir

A ver si se oye ahora a esa mayoría catalana que se decía silenciada: ya le han quitado la mordaza

Lo único bueno de las graves crisis políticas es que ponen a cada cual en su sitio, quitan las máscaras e invitan a los lobos -porque huelen sangre- a despojarse de sus pieles de cordero. La actual crisis lo está haciendo con más fuerza que ninguna que hayamos vivido por tratarse del peor y más peligroso ataque a nuestra Constitución y nuestra democracia que haya sufrido nuestro país. Mucho peor que la del 23-F. Aquella quedó saldada en 48 horas porque los golpistas no contaban con apoyo institucional, militar ni ciudadano, mientras que ahora el golpe se perpetra desde las instituciones catalanas, lo perpetran partidos políticos y cuenta con apoyo social.

Ayer quien todavía no lo supiera supo con total claridad quiénes son y qué representan el PP, el PSOE, Ciudadanos y Unidos Podemos. Quiénes defienden el Estado de Derecho y la Constitución y quiénes los atacan. Quiénes respetan las leyes y las hacen cumplir y quiénes las vulneran porque se creen poseedores de una verdad tan superior y absoluta que se sienten legitimados para imponerla violentando las instituciones y el Estado de Derecho. Esta es la esencia de todas las dictaduras. Algunos, llámense fascistas, comunistas, nazis o franquistas se creen autorizados a destruir el orden democrático para imponer el suyo. A los independentistas golpistas catalanes y sus compañeros de viaje antisistema la Constitución de 1978 les gusta tan poco como a Franco la de 1931. Y, como él, actúan en consecuencia. Franco lo hizo dando un golpe de Estado militar porque la situación internacional y la traición al Gobierno de una gran parte del ejército se lo permitían. Los golpistas independentistas y los antisistema lo hacen desde las instituciones y partidos no solo catalanes (los de Unidos Podemos y sus sucursales se han mostrado tal cual son, nadie podrá decir ya que les han engañado), desde la propaganda y la agitación callejera sabiamente administradas para dar una imagen de víctimas no violentas aplastadas por un Estado totalitario.

Ahí los tienen a todos, tal como son. A cada cual le toca elegir si está con la Constitución o contra ella, con el Estado de Derecho o contra él, con las leyes democráticas o contra ellas, con los partidos constitucionalistas o con los golpistas. A ver si se oye ahora a esa mayoría catalana que se decía silenciada: ya le han quitado la mordaza. No se olvide que esto puede tener muy mal final.

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