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Francisco Correal

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Gordillo

Hace hoy cuarenta años debutó Gordillo en el Betis: salió por Cardeñosa contra el Burgos de Juanito

Tiempo, detente, como las sevillanas de Los Romeros de La Puebla. Aquel chaval tenía 19 años, los mismos, paradojas del destino, que hoy se cumplen del asesinato de Alberto Jiménez Becerril y Ascensión García Ortiz. 19 años de vida, 19 años de muerte. Aquel chaval cumple el mes próximo 60 años y se llama Rafael Gordillo Vázquez. Ayer su equipo jugó contra el Barcelona y él debutó, tal día como hoy de hace cuarenta años, contra el Burgos, que entonces era un Bayer Leverkusen castellano. En su biografía escribí que en ese partido inaugural ya estaba resumida toda su trayectoria: entrar por Cardeñosa y enfrentarte a un equipo en el que jugaba Juan Gómez Juanito era como un palimpsesto de su propia vida: el Gordo entraba por el Flaco y tenía por rival a quien sería uno de sus mejores aliados, un amigo hasta el final.

Nació en el 57 y capricho capicúa jugó 75 partidos con la selección. Se perdió por una tarjeta la final de la Eurocopa de Francia 84. En el fútbol de hoy, o rompe las estadísticas o queda en el ostracismo en ese pulso que el marketing siempre le gana a la bohemia. La foto de la portada del libro era de Atín Aya, Gordillo ganándole la carrera al balón en un lance casi místico. El día que debutó Gordillo, el príncipe Felipe cumplía nueve años. Dicen que es colchonero. La bética de la familia era su abuela, la esposa del conde de Barcelona, la mujer que pudo reinar en la fórmula de John Huston y sólo reinó en su adhesión al Real Betis Balompié.

Viajé a Almendralejo a hablar con su padrino de bautismo. Paisano de patria de Espronceda, muy pronto encontró acomodo en la Puerta Osario, donde vivía su tío Quintín, el coleccionista de sus hazañas, y después en el Polígono de San Pablo que lo incorporó al callejero. Casi todos los días veo a Guillermo el Negro, el amigo de pandilla que le presentó a Isabel, su mujer, y a Luis Zorrilla, el frutero de Santa Clara al que sustituyó cuando éste se fue al servicio militar. El editor, con buen criterio, me disuadió de titular el libro con una frase de Diario de un cura rural, la novela de Bernanos, que dejé como pórtico del libro: "... antes de que los ángeles pecaran". Gordillo llegó al Madrid previo a los galácticos, los faraones y las promociones orientales.

Volvió a casa, como un vaquero del Far West. Y colgó las botas en Écija. Como Almanzor, ganó batallas en Castilla: debutó contra el Burgos, se estrenó como goleador en Salamanca.

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