PERMITAN que relate mis tribulaciones para seguir la lectura de las nominaciones de los Goya en directo a través de la televisión. Tal y como había ocurrido en años precedentes, la tarea se antojaba difícil. A la hora convenida, las once de la mañana, practiqué el zapping pertinente, en busca de la señal desde la sede de la Academia en la calle de Zurbano, pero ni por esas. La mayoría de canales emiten programación enlatada. Las cadenas impares, las únicas que emiten en directo, estaban en sus cosas. Antena 3 y Telecinco, en sus matinales maratonianos (justo a esas horas hablaban, qué novedad, de Urdangarín, a 416 euros la hora cobraba sus servicios el Instituto que presidía, rezaba un rótulo que cacé a vuelapluma). Más extraño fue, aunque no sorprendente, que el programa de Mariló Montero en La 1 tampoco conectase en directo con la Academia, siendo TVE el patrocinador del evento. En el Canal 24 Horas optaron por el diferido, una vez leído el boletín de noticias correspondiente con las señales horarias. Y en el canal de TVE en Alta Definición, que al paso que vamos nos lo cierran antes de que se estabilice y se anuncien sus contenidos con antelación, se repetía una entrega de En portada.

En resumidas cuentas, que me tuve que refugiar en Radio 5. Para estos casos siempre nos quedará Daniel Galindo, habitual en El ojo crítico. Hasta que pasados cinco minutos de las once, la web de RTVE reaccionó y lanzó la señal de la lectura de Lluis Homar e Inma Cuesta. Con cámara fija y sonido ambiente. Sin permitir el goce de los prolegómenos, de las apuestas, ni de las reacciones. Sin arropar nada. La tele, una vez más, prefirió ausentarse de ese ritual, una pena. No hubiera sido mala idea esa conexión en directo. Para otros directos que hay...

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