La ciudad y los días

carlos / colón

La Gracia de ver al Cautivo

HACÍA transbordo de autobús el pasado viernes en el Prado. Tráfico denso en la Pasarela. Ajetreo de gentes. Monumental atasco en la Avenida de María Luisa. Autobuses llenos. Allí no era Viernes de Dolores, sino un viernes cualquiera de cualquier semana del año. Nada invitaba a pensar en la Semana Santa. Esperando el segundo autobús miré hacia la glorieta del Cid. Y caí en la cuenta de que dentro de tres días estaría allí siguiendo a mi Cautivo (el Cautivo no se ve: se sigue). Y que cuando esos tres días pasaran y estuviera siguiendo al Cautivo, ese Viernes de Dolores del que sólo me separaría un fin de semana me parecería algo remotísimo.

Tiempo sin tiempo de la Semana Santa. Tan rápido, tan lento. Tan fugaz, tan eterno. Los días pasan volando. Al salir de la apertura del besamanos del Gran Poder el Sábado de Pasión y ver la puerta de San Lorenzo un escalofrío barroco, de Valdés Leal, nos sobrecoge: ya mismo estarán otra vez cerradas esas puertas y tras ellas la mano del esqueleto del In ictu oculi irá apagando una a una todas las velas de la Soledad. Afortunadamente este vuelo de días está a su vez lleno de instantes eternidad, breves según los relojes, largos y hondos cuando se viven y eternos en la memoria del corazón.

Desde que hoy despierte el Tiro Línea, el barrio real y el barrio ideal que vive allí donde esta mañana cuelguen un antifaz, una capa negra con escudo mercedario y una túnica blanca, y sobre una mesita estén dispuestos unos calcetines blancos, un cíngulo de cuero, la medalla del águila y una papeleta de sitio; desde que hoy despierte este barrio real o ideal hasta que entre Nuestra Señora de las Mercedes, ¿cuánto tiempo habrá pasado? No tiempo de reloj, sino de alma. ¿A qué distancia de horas de emociones les parecerá a los nazarenos que están las calores de Felipe II y el parque? Cuando se acuesten, felices y agotados, ¿les parecerá que desde que se pusieron la túnica a las 11 de la mañana ha pasado un día o una vida? Y al despertarse mañana, ¿cómo recordarán este Lunes Santo de 2014 que ya se habrá sumado a ese único Lunes Santo formado por todos los vividos?

Lo mismo sentirá cada cual cuando viva las emociones más suyas. Hoy vivo una de las más mías gracias a este Señor Cautivo que un día tuvo la misericordia de aparecérseme como lo ven los más suyos. Un acto gratuito, como lo es siempre la Gracia de Dios. Que desde entonces me hizo suyo.

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